miércoles, 15 de diciembre de 2010

LAS DOS ESPAÑAS

     Ha llegado la hora de tratar un tema que resulta vital para entender el país y la nación en la que hemos vivido y nos hemos educado. No pretendo herir sensibilidades, ni mostrar inquietudes que puedan presuponer el calificar mis argumentos como "políticamente incorrectos". Ruego al lector/a que interprete los términos y conceptos que voy a usar como lo que son: conceptos históricos. Conceptos que sólo tienen sentido en un contexto espacial y temporal que nosostros fijamos. 

     Me he tomado tantas molestias porque muchas veces surgen eruditos y dichosos intelectuales que parecen siempre poner los puntos sobre las ies y dotar de negritud e intransparencia cosas que son tan claras como el agua de río. La Historia es mucho más que poner a un lado a los rojos; y poner al otro a los azules y decir... ¡Aquí  empezamos la Guerra Civil Española! ¿Qué fácil resulta hablar en tales términos cuando tenemos algo tan grande entre las manos? Desde  mi experiencia, tanto como Profesor de Historia como Persona de la Historia (porque aunque no lo parezca, estamos haciendo Historia, y vivimos de la Historia), en mis 25 años de vida he oído tantas versiones de detractores y defensores... ¡qué hasta Adolph Hitler podría no haber cometido ningún crimen contra la Humanidad! Es cierto...y ya lo dije: el control de la información supone el control de las masas...

     Hubo un excelente político español llamado Joaquín Costa que supo de los problemas que atravesaba su país. Su objetivo fue regeneracionar y renovar el país. Un país, la España del siglo XIX, donde el caciquismo, el bipartidismo, la intervención del ejército en el poder, la pérdida de confianza de la oligarquía  (la clase política) en sí misma,... y muchas otras carencias golpeaban a un país sumido en tradición y tradición. Me gustó esta persona, y ya no solo como político. Me gustó porque fue capaz de cambiar las cosas que funcionaban mal. Me gustó porque supo que era necesario el cambio. Me gustó porque pudo haber vivido en una situación acomodada de despacho, y quiso salir a la calle y alzar la voz. Fue un héroe de su tiempo...

     A todo esto, viene lo que estaba diciendo. ¿La Guerra Civil? Sí, sí. Podríamos hablar del Pronunciamiento Militar, del Frente Popular, de Casares Quiroga, de Calvo Sotelo, de Sanjurjo y los hijos que tuvo cada uno de ellos. Sinceramente, ¡me aburre!. Me aburre que cada año saquen un semanal con el típico mapa de la España dividida al comienzo del conflicto, o la indumentaria que ambos bandos llevaban en la contienda, o donde murió Primo de Rivera. Me cansa esa Historia tan masticada y digerida que parece un disco rallado del top manta. Me cansa todo eso...

     "Los rojos venían al pueblo, cogían al cura y se lo llevaban detrás del callejón para pegarle un tiro en la sien... ¡Mira, mira lo que hacían los rojos esos"

     "Insisto. La República defendió España de una amenaza fascista que haría de nuestro país la extensión de Alemania"

     Estas son algunas de las perlas que personas de nuestro entorno han maravillado mis oídos desde la niñez. Y aunque no lo parezca, el pasado pesa. Pesa en cada uno de nosotros, porque es difícil despegarse de esas ideas preconcebidas que nos dicen nuestros padres o profesores cuando no sabemos nada más. Más de una vez he mentido a mis alumnos al introducir a Otto Von Bismarck en la historia del Imperio Romano. Me he reído y luego les he dicho la verdad. Porque se supone que yo soy su única verdad. Los niños de 14 años no se paran a leer libros de Historia y menos a ver un día de fiesta el Día de la Hispanidad... ¡no lo hago ni yo! En cambio, cuando la Historia se enseña desde la profundidad del ser humano, es cuando se consigue entender e interiorizar. 

     La Guerra Civil pasó. Fue real. Miles de personas murieron por defender unas causas ajenas a ellos.  Y otras centenas de miles tuvieron que emigrar al país galo en busca de nuevas oportunidades. Ajenas al mundo que debían haber vivido. Distintas a las pretensiones que cualquier persona de nuestro mundo actual podría tener. Dos hermanos de mi padre fallecieron en el conflicto. Cada uno en bandos distintos. ¿Acaso eran conscientes de lo que suponía la Guerra? ¿Qué podían saber de lo qué era realmente el comunismo o el fascismo en Europa? La II República fue, en mi opinión, un desorden total. Quiso hacer mucho y rápido. Y España, país de tradición y costumbres no estaba preparado para ello. ¡Qué se lo digan a Napoleón cuando intentó imponer sus reglas en 1808! La Guerra Civil demostró la imposibilidad de entenderse la izquierda y la derecha. Habían dos Españas separadas y difícilmente reconciliables. Medio millón de civiles y 300000 soldados emigraron a Francia. Cientos de asesinatos masivos sin juicio previo eran la costumbre y el día a día durante la guerra.

      Lo que está claro es que la izquierda fracasó en la guerra, y la victoria del ejército y de la iglesia permitieron crear un dictadura fuerte y represiva. Esa fue la realidad. La realidad es que sin la ayuda italiana y alemana, los nacionalistas no hubieran elegido la guerra; y que sin la ayuda soviética, los republicanos habrían caído mucho antes. Lo cierto es que la Sociedad de Naciones fracasó en gran magnitud. Y la guerra civil, eso sí, fue una "aberración", en palabras de Pierre Vilar.

      “No olvidemos la guerra civil”. Conocerla lo suficiente como para llegar a entenderla contribuiría sin duda a ahuyentar su fantasma… Sánchez Albornoz subraya especialmente que los españoles trataron de hacer en diez años tres revoluciones -religiosa, política y social- que otros países han tenido que hacer en siglos con Cromwell, Robespierre y Stalin como héroes…”
      


1 comentario:

  1. ...totalmente de acuerdo... uno de los grandes males de España es la ignorancia...este holocausto no debería de olvidarse...

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