sábado, 26 de marzo de 2011

EL COMUNISMO REAL

     ¿Qué es el Comunismo? ¿qué implica? ¿existió un comunismo social justo? Éstas son, realmente, algunas de las cuestiones que me planteo como historiador cuando leo artículos y libros, veo películas y documentales, o hablo con determinados colegas sobre el tema. Cabe dejar clara una idea: no podemos hablar y discutir nunca desde postulados políticos o sociales antagónicos y enfrentados, ya sean políticos (democracias) o económicos (capitalismo). Y debemos, por supuesto, mantener al margen, prejuicios y perjuicios heredados o aprendidos que planteen una potente discriminación a la hora de realizar formulaciones. Aclarado esto, podemos realizar nuestro discurso lo más objetivo posible, siendo conscientes de que no será del agrado de todos.



     El comunismo nace, en esencia, en Rusia, a través de dos grandes figuras como eran Trotski y Lenin. Dos líderes que, desde partidos obreros enfrentados (mencheviques y bolcheviques, respectivamente), buscaban la consecución de una serie de objetivos comunes, públicos y sociales para los ciudadanos de su nación. Ya fuera por el fracaso de la Revolución de 1905, o por el anquilosamiento y conservadurismo del zarismo, las medidas no surtieron efecto. Unas medidas que, en un país atrasado como era Rusia, eran más que necesarias.

     No es hasta 1917 cuando un país sumido en el desequilibrio necesita las reformas intensamente. La abdicación del zar Nicolás II provocará la subida al poder primero de Lenin, y despues de Stalin. Estos líderes crearon unos regímenes dictatoriales y personalistas que, a la larga, provocaron el establecimiento de unos sistemas tan radicales como el zarismo contra el cual se intentaba luchar. ¿El problema? El comunismo no supo atravesar la barrera ideológica de los teóricos comunistas, claudicados en una doctrina marxista-leninista radical y utópica. Intervencionismo económico a través del COMECON, que provocaba una ausencia total del mercado; presencia de un Partido Único (PCUS) asimilado y vinculado al Estado; una colectivización total de la vida del campesinado; y un control ideológico y social enorme sobre la población. Eso fue, por desgracia, el Comunismo Soviético. Es cierto que nacieron comunismos diferentes y más reales como el socialismo chino de Mao Tse Tung, el comunismo yugoslavo de Tito, o el socialismo cubano de manos de Fidel Castro. Pero en esencia, el comunismo fracasó en si mismo.

     Mihail Gorbachov intentó aplicar unas reformas políticas y socioeconómicas que adaptaran el país a los nuevos tiempos que se avecinaban. La Perestroika y la Glasnost fueron unos intentos que si bien fracasaron en el interior del sistema, sí lograron un cambio profundo en las mentalidades de una sociedad consciente de que el cambio era necesario. La apertura al exterior, la entrada de capital extranjero y el acceso a una economía de mercado libre eran las pautas necesarias para solucionar unos problemas de base que habían arrastrado a la sociedad a una Dictadura del Proletariado que no pasó de eso, de ser una Dictadura. Un Totalitarismo que presentaba unas bases económicas, ideológicas y externas arcaicas y desfasadas, adaptadas a un tiempo pasado. ¿En Occidente? El Comunismo quedó como una mera reliquia cultural, pues políticamente y en cuestión de derechos sociales estaba muy atrasado. ¿En el Tercer Mundo? Parecía que se consolidaba en plena Guerra Fría como la salvadora en plano de modernización política y socioeconómica, pero no fue así.

     El Comunismo Utópico, tal y como ya lo había definido Thomas Moro en la Edad Moderna, no triunfó. Las bases teóricas del comunismo marxista tampoco pudieron aplicarse en la práctica en la sociedad. El comunismo había significado un fracaso de fe, un fracaso en las mentalidades de los ciudadanos, que se sentían traicionados de lo que realmente había sido el comunismo.

     ¿El colapso comunista? El comunismo ha fracasado como sistema, pero no como modelo ideológico y en cierta manera utópico de conseguir una sociedad justa y equilibrada. El comunismo soviético fue gestionado de forma errónea y no consiguió la igualdad social. El comunismo pudo ser una opción, pero no desde la óptica en la que fue dirigido. El colapso comunista hoy en día es total, y en aquellos países que se mantiene se traduce en una economía capitalista y una política monopartidista, como es el caso de China.

     El comunismo fracasó en un momento: cuando se transformó en Totalitarismo. Cuando cualquier cosa, ya sea política, económica o del pensamiento, se impone y autoritariza sobre un colectivo social, es cuando fracasa. Porque, dejando de lado que sea un extremismo de izquierda o de derecha, el abuso de poder y la corrupción económica limitan el individualismo y la libertad personal.


"No es que la verdad sea demasiado difícil de hallar, muchas veces está en la superficie. Pero es más cómodo y fácil buscar una idea que concuerde con nuestros deseos, sobretodo egoístas". Alexander Solzhenitsyn.

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