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jueves, 8 de septiembre de 2011

"Un país sense política".

  ENSAYO A LA OBRA “UN PAÍS SENSE POLÍTICA”.
Rubén Vicente Zamora Gómez.
RESUMEN

“Un país sense política”, de Joan Fuster. La obra se publica por primera vez en el 1976. La obra es un conjunto de textos publicados desde el 1960 hasta el 1976, la gran mayoría de ellos en la revista “Serra d’Or”. Fuster dedica mucha de su producción al problema del pueblo valenciano. Y es que tanto el “Nosaltres els valencians”(1962), como la obra que analizo, mantienen dos propuestas íntimamente vinculadas que son: la reflexión sobre una identidad colectiva valenciana que se ve muy clara en el ensayo del 1962; y la reflexión de las actitudes políticas del pueblo valenciano que se localizan más en la obra del 1976. Para concluir esta obertura, creo conveniente señalar la premisa fundamental de Fuster que rescata muy bien Francesc Mira en el prólogo. “¿Un país sense política?”, cuestiona Mira al título de la obra de Fuster. El país valenciano no ha tenido política, lo cual provoca “condició de súbdit..., ignorància..., passivitat...”, según Mira. Esa ausencia de política provoca “la carència d’una identitat clara i definida”, señala Mira. Aquesta és sobretot la nostra singularitat amarga”,concluye Joan Francesc Mira en su apoyo a las tesis de Joan Fuster.

martes, 19 de octubre de 2010

La Nueva Historia

     La larga evolución de la Historiografía de la Historia no es más que una prueba y una justificación más de lo que hasta ahora ha sido la enseñanza de la Historia en las aulas, tanto de Primaria como de Secundaria, y en la Universidad. La idea radica en conseguir romper los frágiles moldes en que viene encerrada la Historia o, mejor dicho, su conocimiento. El currículum, su temporalización, el plan de estudios y la presión del departamento limita y mucho el intento de construir en los alumnos y alumnos un tipo de Historia diferente. Una nueva Historia en la que el modelo teórico que debe aprenderse de forma letal, por dogma de Fe, o de forma ortodoxa; pase a una forma de aprendizaje a través del aprendizaje. Un aprendizaje empírico y pragmático que, mediante el acierto algunas veces, y el error por otras; los alumnos y alumnos consigan conocer y entender, con la ayuda del profesor, la Historia.

      La Didáctica de la Historia no puede cerrarse a la actuación de los textos y el profesor como meros transmisores de conocimiento. Tampoco puede la Didáctica de la Historia ser un instrumento pedagógico exclusivamente, y desdeñar el conocimiento científico de la misma. Por ello, y lógicamente, la solución estriba en buscar un equilibrio, un punto medio en la balanza, que nos permita “usar la escuela como lugar de socialización"[1]

     Durante el siglo XIX, la enseñanza de la Historia en las aulas educativas en España, estuvo anclada en el concepto de resumen. Parecía que bastara con una síntesis que recogiera, con el menor número de páginas, el mayor grosor de tomos históricos. Esa fue la labor pedagógica de la época. Tratar de acoplar el conocimiento histórico a la pedagogía fue la acción que se llevó a cabo. Un caso extremo es el del Padre Isla, capaz de resumir en dos líneas, y además en verso, el final de la Protohistoria Ibérica:
 

                              “Libre España, feliz e independiente,                       se abrió al Cartaginés incautamente”

            El siglo XIX fue, para la Didáctica de la Historia, un modelo memorístico y absurdo de lo qué es la Historia o, mejor dicho, de cómo se enseña y aprende la Historia. Un modelo patriótico y nacionalista que enseñaba Historia de España cuando España no existía. Un modelo que no proponía dudas ni interpretaciones, pues la verdad histórica estaba revelada por los libros y profesores.

     La “función asignada a la Historia: primero con un sentido ejemplar, pero sobre todo con una función de memoria y guarda de la tradición, del pasado con una verdad única, de la formación de una nación a la que se pertenece por imperativo histórico, más que por adhesión a su proyecto de futuro.” Esta es, en mi opinión, la frase que mejor define el aprendizaje de la Historia hasta hace poco tiempo. Es ese proyecto de futuro, en mi opinión, el que debe conseguir el aprendizaje de la Historia. Es decir, debe verse la Historia como una ciencia abierta, en construcción, y que se forma de nuestra crítica y análisis. 

            ¿Y cómo se forma esa crítica? El alumno ha jugado un papel pasivo y autómata. Como ya he dicho, ha aceptado los hechos por dogma de Fe, sin cuestionarse nunca nada porque lo que dice el profesor y el libro es verdad. La idea está en la formulación de cuestiones y problemas. Considero que cuando ofrecemos un conocimiento, sea de la disciplina que sea, a los alumnos, éste viene ya tratado y analizado. Pero sí consiguiéramos formular las preguntas adecuadas, los problemas historiográficos, los alumnos entenderían la Historia de otra manera. No como una materia pesada y aburrida; sino como un taller en el cual puedan aprender a construir el aprendizaje.  Si el alumno se hace preguntas acerca de por qué los persas y los helenos luchaban entre sí, o por qué sabemos que existía el feudalismo;  los alumnos sabrán que es bonito investigar el pasado, y que éste no viene dado, sino que nace y se formula a través de nuestro estudio y trabajo. Cuando los alumnos y alumnos se consideren parte activa en el aula de Historia, será entonces cuando las formulaciones tradicionales de enseñar Historia caigan por su propio peso. En esencia, el aprendizaje de la Historia, sigue todavía siendo memorístico y, por tanto, efímero, destilado, y con pie y medio en la papelera de reciclaje.

     Crear un Gran Interrogante en el aula de Historia sirve para que en los alumnos nazca una duda, un problema. La Historia es investigación y construcción. Es renacimiento de algo que estaba perdido en el tiempo. La lectura de acontecimientos en un libro sólo puede servir para estudiar algo que ya ha sido escrito por otros. Pero si el alumno estudia la fuente directamente, el espacio se vuelve mucho más motivador, ameno y pedagógico. La formulación de preguntas crea más preguntas, y a su vez, más y más cuestiones. Unas cuestiones que proporcionan un pensamiento razonado y maduro, que es al fin y al cabo lo que perseguimos con nuestros adolescentes.

[1] Maestro, P., Los modelos de las Historias Generales y la enseñanza de la Historia.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Historiografía de la Historia

Muy pocas veces nos planteamos la importancia que este título puede tener en nuestras consideraciones históricas acerca de hechos tan "creíbles" como que nosotros somos seres humanos y nos interrelacionamos con el medio. En raras ocasiones preguntamos al escritor de algún artículo de opinión de dónde ha obtenido su información, si ha sido contrastada o no, o cuál ha sido su fuente; y mucho menos podemos pararnos a pensar en el heho de que los medios de información, ya sea la televisión, la radio o internet, puedan mentir, falsificar o incluso interpretar la información. La mentira o la falsificación de la información es un suceso que ha ocurrido a lo largo de toda la Historia de la Humanidad.

Pero, ¿puede interpretarse la información? ¿podemos interpretar la historia? ¿Acaso la historia no es la misma para todos? Pues no, realmente, no. La Historia es una disciplina que debe interpretarse desde todos los puntos de vista que podamos encontrar. Valorar los acontecimientos históricos como sucesos relacionados con los agentes sociales de una época determinada es hacer historia en todas sus consecuencias. Hacer historia es tratar de reconstruir nuestro pasado desde todo tipo de órbitas, pero simpre reales. Reales a la sociedad que vivió los acontecimientos, y reales a las personas que tratan de conocerlos y estudiarlos en la actualidad.

La Guerra Civil Española puede ser uno de los acontecimientos de nuestra propia historia que más susceptibilidades e inquietudes haya desatado en las mentes de historiadores, académicos, investigadores y amantes de la historia. ¿Acaso es la Historia más cercana a nosotros, aquella en la que se alteran nuestras sensibilidades, aquella en la que gozamos de fuentes orales, aquella que cada año tiene una fecha señalada, la que decidimos interpretar? ¿O en verdad eso no tiene nada que ver?
Considero imprescindible la interpretación de los hechos. Pero una cosa es interpretar los hechos, y otra cosa es transformarlos. Conozcamos los hechos, hagamos análisis de ellos e interpretemos su significado, su trascendencia, su valor. Pero nunca neguemos una evidencia. La Historia se entiende desde las sensaciones de los coetáneos, de la gente que la vivió; nunca desde nuestras perspectivas y espectativas. No hagamos que la Historia sea como hubiesemos querido que fuera, hagamos que la Historia sea como realmente fue.

"Cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo son de naturaleza excepcional o trágica, el derecho (a la memoria) se convierte en un deber: el de acordarse, el de testimoniar." Tzvetan Todorov. Los abusos de la memoria.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Prólogo

     Toda Obra tiene un prólogo, un prefacio, un inicio,... ¡aunque también un fin!
     Resulta difícil definir qué es la historia. Sería más fácil decir qué no es la historia, en lugar  de lo que realmente es, lo que ciertamente supone. Por ejemplo...ehhhh...mmmmm...a ver... ¡el futbol! El futbol no es historia. El futbol es un deporte en el que unos jugadores dan pelotazos a un balón hasta introducirlo en la portería del equipo contrario. ¡Ya está! ¡Qué fácil! Aunque... bien pensado... ¡el futbol tiene historia! Clubes, premios, futbolistas, temporadas,... ¡Bueno, bueno! está bien, no es tan difícil. Otro ejemplo será mejor...mmm ¡La cocina!  ¡Sí, la cocina! Bueno, aunque... vamos a ver, seguro que alguna figura vinculada a la hostelería nos diría que nos equivocamos. 
 - Existen cocineros, academias, platos tradicionales,... ¡Es una barbaridad decir que la cocina no tiene historia!, exclamaría con fuerza.
     Esto es... Yo concibo la cocina como una ¿disciplina? ¿oficio? ¿elaboración?...¡Qué desastre! Parece más difícil de lo que parece dar una definición exacta a las cosas. Pensaba que era más sencillo. Al fin y al cabo son cosas a las que estamos acostumbrados día a día: comemos, desayunamos, hacemos deporte, vemos partidos de futbol,... Viven en nuestro entorno, pero nunca nos hemos detenido a pensar en que consisten, o más difícil, que implicación tienen en nuestra realidad social.

    ¿Qué es la Historia? La Historia lo es todo. Una disciplina, una ciencia, un instrumento,... que nos permite conocer nuestro pasado y entender nuestro presente. La Historia está en la cocina, está en el deporte, está en la medicina, en los viajes, en los negocios,... La Historia lo es todo. Muchos creen que la Historia es simplemente que en el 1789 se da la Revolución Francesa, o que en 1945 se da el fin de la II Guerra Mundial. O incluso que Lenin repose en su Mausoleo momificado su cuerpo o, mejor dicho, su idea, su  concepción de la vida. Que su vida quede perenne en la sociedad de mentes y sensibilidades venideras. Eso es la historia. Integrar el pasado con el presente y el futuro.

    Sólo puedo dar mi opinión de lo que para mí es la historia. Cada uno debe construir su propia historia a través de su pasado, y del pasado común de nuestros antepasados.

"Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo", George Santayana, hispanoestadounidense, filósofo, novelista y poeta.