viernes, 17 de agosto de 2012

Ensayo a la obra "Historia del siglo XX", de Eric Hobsbawm.


     El final de la segunda guerra mundial no da tiempo a que la población universal pueda digerir un nuevo conflicto que acontece a continuación. Es la guerra fría entre las dos superpotencias: los Estados Unidos y la URSS. Y sería este nuevo ambiente belicoso el que transformaría, a partir de 1945, todo el emplazamiento internacional. Así, la gente vivía de nuevo atemorizada no solo por el horror que provocaba la guerra, sino también por la aparición de nuevos elementos que podrían desequilibrar la balanza a un lado o a otro: las armas químicas. Pero era un conflicto diferente. Ambas potencias no se enfrentaban entre sí. Habían aceptado los marcos territoriales establecidos tras la segunda guerra mundial. Estaba clara la división mundial: los Estados Unidos controlaban todo el mundo capitalista; mientrás que la URSS hacía lo propio en el mundo comunista. Sin embargo, las zonas donde se observó de forma más nítida el conflicto, fue en aquellas donde no se veía una clara dirección política o económica. Y aquí es donde actuaron para ganar aliados, pero también para demostrar al enemigo su fuerza y poder. En general, la guerra fría se mantuvo en una coexistencia pacífica en las primeras décadas. Era una continua amenaza que nunca llegaba a cumplirse. Era una confianza mutua entre ellas, pero que el mundo civil desconocía.



     Resulta evidente que la URSS no suponía ningún peligro hacia los Estados Unidos. La situación económica de la URSS tras la guerra era pésima. Por tanto, la única dirección de la URSS era la defensiva. Y así, la postura de los Estados Unidos sería una política de retracción y de contención al enemigo ruso. El temor de los Estados Unidos no tenía sentido; en cambio, el de la URSS, sí. La repuesta a la pregunta es que el mantenimiento de un peligro exterior que amenazase a los Estados Unidos era idóneo para demostrar al mundo entero lo poderoso que eran los Estados Unidos. De esta manera, se podía mantener la supremacía real de los Estados Unidos. 

     La guerra fría dio lugar a una serie de consecuencias que supusieron una nueva era. 

1.- Aparecieron movimientos internacionales que reivindicaban la paz fruto de las situaciones constantes de guerra que se daban en todo el mundo desde principios del siglo XX. 
2.- Se creó un nuevo mundo partido en dos: quienes apoyaban a los Estados Unidos y se cosideraban capitalistas; y quienes seguían el comunismo y se apoyaban en la URSS. 
3.- Otra gran consecuencia fue la creación de la Unión Europea, creada contra la amenaza soviética por los Estados Unidos, pero también contra estos. 
4.- También los Estados Unidos decidieron crear un plan de recuperación económica para los países europeos y, así, poder hacer frente al comunismo. Era el plan Marshall. 
5.- Pero por encima de todo esto, lo más importante fue que hacia 1960 el mundo entero se estabilizó mediante un acuerdo entre los dos grandes estados. Era la “distensión” entre las dos grandes potencias. Y es que se limitó el control de armas nucleares y se dieron contactos comerciales entre ellas. Parecía una situación favorable para superar la crisis. Pero en 1973, la crisis energética provocó de nuevo serios problemas. Sin embargo, el gran problema fue otro: las revoluciones de la década de los setenta, principalmente en el tercer mundo, hizo que ambas potencias trasladasen su lucha allí. Pero el hecho de que la URSS se intentara creer a sí misma como una superpotencia, fue su perdición. 

     La guerra fría acabó cuando Gorbachov lo anunció a todo Occidente, utilizado desde Estados Unidos como un gran triunfo por su parte contra el comunismo. Pero la caída de la URSS no fue por el acoso de su enemigo, sino por las grandes deficiencias económicas de un sistema inflexible, atrasado y poco dinámico. El panorama internacional concluyente fue: fin total de conflictos, la tarea de solucionar la situación de algunos países y una presencia muy alta de armas. 

     La guerra fría no fue solo una guerra más, sino que fue el fin del principio de una nueva era. Una nueva época que presentaba grandes cambios en la economía mundial. Hacia los años cincuenta, comienza a aparecer un nuevo concepto que se da básicamente en la zona desarrollada y capitalista: “la edad de oro”. Fue un fenómeno más evidente en el capitalismo que en el socialismo, pero de todos modos fue un hecho de ámbito mundial. Fueron tres décadas de aumento de la población mundial y de la producción, y de gran expansión industrial. La economía internacional crecía de una forma inimaginable. Pero esto tendría su contrapartida, que sería la contaminación y el deterioro ecológico fruto de la actividad humana sobre el medio ambiente. Esto se debió a la creación constante de fábricas, el consumo de energías como el carbón y el petróleo,... que provocó una explosión económica sin parangón, pero también una modificación del espacio natural. Toda esta situación estaba consolidando un nuevo modelo de sociedad en el que la gente, o por lo menos la clase media, podía vivir bien: tener coche, poder ir de vacaciones y tener nevera, teléfono,... Era el estado de bienestar. Un bienestar que no acogía a la población mundial, pero sí a los sectores centrales de la población. Pero este bienestar no podía darse sin una revolución tecnológica, que se encargaría de hacer más cómoda la vida del ciudadano, pero también de hacer más daño al medio natural. Para el capitalismo, su deseo era tener una alta producción que fuera absorvida por el ser humano como comprador. El capitalismo superó la crisis por su flexibilidad y dinamismo; al contrario que el comunismo. De este modo, consiguió una economía mixta basada en la planificación estatal y el incremento de la demanda, a la vez que una mayor división del trabajo que condujo al aumento de la producción de la economía mundial. Este sistema económico había aprendido de los errores del pasado, por lo que creció como una amalgama entre mercado e intervención estatal. Pero también se reformó por la necesidad política del avance comunista hacia el oeste. Y es que el comunismo era el gran obstáculo y temor de la economía capitalista. 

     Pero era el capitalismo un modelo cuya supervivencia estaba llegando a su fin. El pleno empleo en el que habían vivido varias generaciones estaba agotado, la productividad decaía y la inflación cada vez era más alta. A partir de 1973, acaban esos años dorados, que dan una nueva etapa de crisis y revolución social. Pero, ¿qué grandes acontecimientos ocurrieron?

1.- Un primer acontecimiento importante es la desaparición del campesinado, no solo en países industrializados, que sería algo normal; sino también en zonas de América Latina y Oriente Próximo donde la base principal de subsistencia era la agricultura. Ahí radicaba lo paradójico del proceso. Y es que esta reducción de mano de obra campesina fue a causa de la revolución agrícola (mecanización de la agricultura), que también llegó al tercer mundo. La diferencia radicaba en que en el mundo rico se consiguió una gran productividad y, por tanto, una exportación de los productos agrícolas de estos países a la economía mundial; mientras que los países subdesarrollados no pudieron exportar sus excedentes porque el mercado mundial estaba monopolizado por el mundo industrializado. Es decir, los países pobres no podían competir contra los países ricos.

2.- Otro proceso paralelo al éxodo rural fue una gran urbanización debido a la marcha de la población del campo a la ciudad. Aparece ahora la “gran ciudad”, interconectada con las demás ciudades gracias al auge del transporte público. También aparecen estas grandes ciudades en el tercer mundo, como Shanghai y El Cairo, que eran auténticas aglomeraciones urbanas donde había un mal transporte público y una pésima estructuración de la ciudad. Importante fue también la explosión de estudios universitarios en países como Italia, Francia,... Las familias que se lo podían permitir, no dudaban en dar ese tipo de educación a sus hijos para que tuvieran un futuro más prometedor. Además, la expansión económica permitió que familias no acomodadas pudieran ofrecer a sus hijos también una educación. También aparecieron los campus universitarios, que no sólo eran centros de estudio, sino también de movilización política en una época de expresión nacional frente a las injusticias sociales. De ahí las revoluciones de 1968 que demostraron un descontento en una juventud universitaria de izquierda radical. Era una juventud que empezaba a entender las cosas y hace manifestaciones, pintadas, asambleas,... Sin embargo, este radicalismo político era una minoría. Respecto a la situación del mundo obrero, no mostró cambios hasta la década de los ochenta cuando empezó a descender.

3.- El hecho de que muchas industrias desaparecieran, que otras emigraran a nuevos países, y la llegada de las máquinas automáticas, provocó un paro masivo entre los obreros. Esto modificó la vida de los obreros, acostumbrados tanto tiempo a la sociedad del pleno empleo y de consumo. La clase obrera se había acostumbrado a una mejor vida que la de sus padres, ya que no habían conocido las crisis de conciencia obreras del siglo XIX. Además, la crisis económica de los años setenta dio una mayor desigualdad en los obreros, que provocó la marcha de los más cualificados a la periferia donde ahora estaban las industrias; y la aparición de guetos donde se concentraban los demás obreros y un alto nivel de inmigración, con sus esperados conflictos.

4.- Y otro hecho importante de la revolución social fue el gran papel que jugó la mujer en el sector terciario. Pero lo relevante de este proceso fue la aparición de los movimientos feministas en las tres décadas posteriores a los años cincuenta, que dieron lugar a que se convirtiera en una gran fuerza política. En el tercer mundo, ella mantuvo un papel subordinado al del varón; y en el mundo socialista, formó parte de la población asalariada pero no creó movimientos feministas. Pero el mundo capitalista sí desarrolló movimientos feministas que reivindicaban la igualdad de género en todos los ámbitos. Además, a partir de 1945, la presencia de la mujer en el trabajo es cada vez mayor, como una declaración de su independencia frente al hombre, pero que se convierte en el tiempo en una forma de llegar a fin de mes. Pero además de una revolución social, también la hubo en el plano cultural. La típica familia occidental y tradicional estaba en transformación, por lo menos en las zonas más desarrolladas. Y es que acontecían cambios de fuerte repercusión en la conducta social. Era una época distinta a las anteriores en la que surge una nueva fuerza que indica un profundo cambio: era la nueva sociedad joven. Era una juventud que presentaba notables diferencias con anteriores generaciones y que, además, se presentaba como un grupo social independiente. Llevaron a cabo una labor política radical a través de manifestaciones estudiantiles. Pero también una labor cultural, pues simbolizaron la música rock como una forma de expresar sus indecisiones y pretensiones. En definitiva, el joven era un nuevo agente social que tomaba conciencia propia de sí mismo.

     Sin duda, el hecho más importante del siglo XX fue la explosión demográfica que ocurrió en los países det tercer mundo. En teoría, todos los países debían pasar por tres etapas demográficas que concluían con una estabilización de su población. En ella, la natalidad y la mortalidad eran bajas. Pero hacia el siglo XXI, esto aún no ha ocurrido en los países pobres, lo cual explica su pobreza y la gran desigualdad entre países ricos y pobres. Otro factor de inestabilidad fue que, a partir de 1945, muchos países descolonizados en África y Asia estuvieron gobernados por regímenes militares. Así, el panorama internacional se presentaba con dos grandes potencias durante la guerra fría; junto con un gran número de países pobres en los cuales había regímenes militares y que en verdad eran marionetas que manejaban la URSS y los EEUU. Este tipo de gobiernos respondía a la inseguridad del entorno y pretendían establecer seguridad y estabilidad en sus propios países. Muchos de estos países, pero también los de América Latina, intentarían buscar una vía basada en la industrialización y la organización estatal del mercado. Se veía que estos países querían nuevas vías de desarrollo y mejora. Todo esto dependería de la situación de cada país y del grado de cualificación de sus hombres para tales tareas. Sin embargo, muchos de estos países continuaron manteniendo la agricultura como único medio de supervivencia, y siguiendo apartados así de sus estados. Pero esto no les marginó de lo que fue la gran expansión económica mundial, que de una forma u otra les llegó, y que además dio lugar a una división de la población entre los que sabían leer y los analfabetos. Era la diferencia entre tener estudios o no. Quienes se permitían el lujo de estudiar, tenían un empleo asegurado. La ciudad era el futuro, y el único destino para muchos. La ciudad era modernidad, y lo moderno era oportunidad. Y la oportunidad también se veía en el campo, pues los campesinos querían una reforma agraria que solucionase sus problemas. Y la máxima de esta reforma era conseguir la igualdad entre los campesinos. El nombre que recibieron todos estos países de África, Asia y América Latina era el de “tercer mundo”. Eran sociedades pobres y poco desarrolladas. Dentro de este mundo, habían regiones involucradas en la guerra fría, regiones ausentes en esa guerra pero con conflictos entre ellas (Próximo Oriente,...) y regiones pacíficas como América Latina. Y ante tal disparidad de situaciones, quedaba claro que el tercer mundo era un nombre poco adecuado para unos países tan heterogéneos entre ellos. Pero fue el factor del desarrollo económico el que provocó la división. En los años setenta, la nacionalización del petróleo por los países de la OPEP, los procesos de reciente industrialización y el traslado de la producción a los países pobres (globalización de la economía); dio lugar a un desarrollo económico muy diferenciado entre estos países. Pero esta globalización no podemos entenderla sólo en términos económicos, sino también en términos sociales. Y es que toda la población entró en el mundo moderno. La ciudad y el campo se hicieron uno por que esa modernidad también llegó al campo a través de la revolución verde. La ciudad tuvo un papel fundamental y logró que el campo no se abandonase totalmente a pesar de la gran emigración que estaba dándose.

     El mundo socialista, por otra parte, era autosuficiente en todos los sentidos. Los contactos entre capitalismo y comunismo eran mínimos, a pesar de la gran revolución que se había dado en los transportes y en las comunicaciones. La política fue un gran elemento de separación entre los dos mundos. Así, el comunismo, tuvo que emprender una política de fuerte modernización para poder convertir a todos los países atrasados en avanzados, y todo por medio de una gran planificación estatal y rápida industrialización.

     En 1918 dominaba en la URSS un comunismo de guerra en el cual gestión y propiedad eran públicas, por lo que pronto se derrumbaría; pero en el período de entreguerras, Lenin estableció la Nueva Política Económica, basada en la rápida industrialización por parte del Estado. Pero este sistema no fue muy eficaz: era como el pez que se muerde la cola. Así, el pueblo trabajaba mucho pero no tenía productos para comprar. Pero con Stalin todo cambiaría, estableciendo en los años trenta una economía planificada basada en el modelo de la industria pesada, y que convirtió en pocos años a la URSS en una economía industrial. Todo esto generó un alto nivel de consumo, y de presencia de servicios mínimos como la educación, la sanidad,... Pero este triunfo no se trasladó al campo, donde la colectivización fue un desastre para los campesinos. Tanto, que la URSS tuvo que alimentar a su población con cereales importados. Esto era la consecuencia de un sistema económico inflexible y basado, sobre todo, en industrializar el país. Y el mayor problema radicaba, sin duda, en que las demás economías socialistas del mundo imitaron el modelo soviético por que pensaban que era el más idóneo y eficaz. Pero esta centralización también llegó a la política, y su forma física fue la presencia del partido único que llevaba todas las riendas del poder y de la economía. Un partido totalmente centralista; un sistema sin oportunidad a la democracia ni al debate político. El poder estaba por encima de todo, era una dictadura. Pero su presencia no era nada extraño en un régimen en el cual había sólo un partido que monopolizaba todo el poder, y donde había una economía dirigida por el Estado en la cual no existía ni el mercado ni los precios. El camino de la URSS nunca fue el de mejorar la sociedad, sino el de conseguir un control total en la Unión Soviética. Y así lo hizo Stalin, pues para él todo estaba permitido con tal de permanecer en el poder. La política de Stalin fue la de llevar un terror al máximo y acabar con cualquiera que fuera en su contra. A su muerte, las cosas no cambiaron; por lo que seguía habiendo un poder absoluto y ausencia de libertad. El sistema soviético controló la vida de las personas, pero también guió su pensamiento por medio de la educación y de la propaganda. El control sobre el ciudadano era total: estaba apartado de la política, y encima los intelectuales no podían expresar sus ideas Tras la segunda guerra mundial, aparecen en el este europeo regímenes comunistas según el ideal soviético; aunque también en Cuba y en China. Allí encontramos sistemas políticos muy autoritarios y monopartidistas, sistemas económicos fuertemente centralizados y una “divinización al gobernador”. De esta forma, se consolidó el bloque liderado por la URSS. Sin embargo, durante toda la supervivencia del bloque, se dieron tensiones dentro de los Estados que fueron reprimidas por la URSS. Fueron los años sesenta los más difíciles para la Unión Soviética, pues se dieron fuertes presiones de todo el bloque comunista en demanda de una liberalización económica, política e intelectual. La situación era cada vez más peligrosa, y la URSS lo sabía.

     En los años noventa, quedó clara una crisis del sistema capitalista. Una crisis que no podía solucionar el Estado por que había perdido su prerrogativa sobre la economía. La única alternativa era un mercado libre de restricciones. Con esto, se enfrentaban los keynesianos de la edad de oro que mantenían la intervención estatal, el pleno empleo y el estado de bienestar; y la nueva tendencia: los neoliberales, que negaban la intervención estatal y reclamaban una mejor distribución de la riqueza. La vieja economía de la edad dorada llegaba a su fin debido al gran mercado mundial; y con esto, a finales de los ochenta, los neoliberales se hicieron con gran parte de las economías capitalistas. Pero el neoliberalismo tampoco era la alternativa que, a principios de los noventa, salvaría al mundo occidental. La economía mundial estaba en crisis, y la causa fundamental era la revolución tecnológica que se globalizó increíblemente y tuvo malas consecuencias. Así, hubo una gran reducción del empleo, pues las máquinas hacían el trabajo del hombre más rápido y de forma más eficaz. Y es que, además, la economía de mercado era incapaz de generar puestos de trabajo para los que estaban en el paro. Este era el verdadero problema, pues la gente ya no confiaba en ese pleno empleo y veía amenazada su supervivencia. Era una inseguridad general que se hizo eco en la política, con el surgimiento de nuevas tendencias y movimientos. Estos nuevos partidos mezclaban populismo, liderazgo, racismo, y lo más importante, un rechazo total a la vieja política de las elites. Pero los veinte años posteriores a la crisis del 1973 también afectaron al mundo socialista. El sistema económico y político del mundo soviético estaba en una verdadera crisis, de igual forma que lo estaba el mundo occidental fruto de la economía globalizada. El objetivo del comunismo era su supervivencia, pero no lo consiguió. En cambio, el capitalismo era mucho más flexible, y se mantuvo en el mundo.

     En el tercer mundo, la crisis no pasó de largo. Es cierto que no podemos generalizar en unos territorios tan distintos entre ellos; pero si tuvieron una característica en común, fue la gran deuda externa. Los países ricos prestamistas sabían que los países deudores no podrían saldar sus cuentas. En los años de crisis, muchos países ricos perdonarían las deudas a gran parte del tercer mundo. Pero estos países ricos supieron jugar bien con esas zonas, pues aprovecharon el turismo masivo y los “offshore” para beneficiarse. En estos momentos, el hueco entre países ricos y pobres era cada vez mayor. Y el último elemento que cabe destacar en las décadas de crisis fue la fragmentación de la nación. Esto se dio a causa de la globalización, que acabó con las grandes potencias, y reforzó el papel de las multinacionales, los grandes mercados,... El estado cedió sus poderes a manos privadas, y además se tendió a la división interna de las propias naciones con el surgimiento de movimientos separatistas. La esencia de estas nuevas naciones era la política de identidad, la identidad del grupo. A raíz de esto, aparecerán poderes internacionales como la ONU y la UE encargadas de superar los momentos de crisis globales. Tras 1945, y durante la guerra fría, el tercer mundo fue un polvorín de guerra muy activo. El capitalismo, por un lado; y el comunismo, por el otro, intentaron ganarse la confianza de estos estados revolucionarios para mantener su propio sistema en el exterior. Sin duda, la lucha revolucionaria estuvo caracterizada por la guerra de guerrillas. Unas guerrillas que lo que intentaban era mejorar el país por medio de la revolución social. Y además, la gran mayoría de países rebeldes seguían la línea de la izquierda radical y revolucionaria. Sin embargo, esas revoluciones no sólo se llevaban a cabo en el campo; sino que también existían guerrillas urbanas que utilizaban los grandes asesinatos y la publicidad en las ciudades. Pero hacia los años sesenta, sobre todo en América Latina, aparecen dictaduras de derecha que presentaban una tremenda represión sobre las personas de esos países. Es obvio que este tipo de actos no tenían sentido en el mundo desarrollado, donde las cosas ya estaban en orden. Sin embargo, en muchas ciudades aparecen jóvenes e intelectuales que se manifiestan culturalmente siguiendo los ideales de las revoluciones tercermundistas. Y esa creencia de liberación del tercer mundo atrajó a muchos teóricos del primer mundo. Las oleadas revolucionarias estudiantiles de principios de los setenta demostraron que querían cambios. Estos jóvenes pertenecían a lugares comunes como las universidades desde las cuales se organizaban. Y además, los medios de comunicación estaban a su alcanze para expresar sus ideas y mostrar su insatisfacción en el plano cultural. No era una revolución contra el poder, sino un rechazo a todo aquello anterior a su generación. Con todo esto, no era difícil que muchos de estos movimientos acabaran politizándose y respondiendo a unas tendencias u otras. Y esta mezcla de política y cultura fue fatal, dando lugar al surgimiento de pequeños grupos violentos en todo el mundo. Actuaban independientemente de sus gobiernos, eran las “guerras sucias”. Donde más se dieron fue en América Latina, y donde menos en el mundo socialista. La revolución mundial sufrió un gran debilitamiento a partir de los años setenta. Y es que la revolución ya sólo se encontraba en las zonas del tercer mundo. La revolución en el viejo mundo llegó a su fin por que ya no había quien la alimentara, pues el movimiento internacional de la URSS desapareció. Pero en los inicios de los setenta también se darían nuevas oleadas de revoluciones sobre todo en el tercer mundo. Y es que en África los países siguieron una línea socialista para lograr su independencia de los grandes estados colonialistas. EEUU vió amenazada su integridad a consecuencia de ese avance comunista mundial. Con esto llegaría la “segunda guerra fría”, que se libraría en los territorios tercermundistas por estos dos poderes en busca de los mayores aliados. A partir de este momento, un cambio fundamental fue que las siguientes revoluciones serían movilizaciones étnicas y, en algunos casos, bajo el fundamentalismo religioso. Y además, otro aspecto de estas revueltas fue que ya no nacían del pueblo, sino que se daban desde arriba por medio de golpes militares. Sin embargo, a finales del siglo XX las masas adquirieron un papel importantísimo. Estas masas no tenían un apoyo político para actuar, pero lo importante en ellas era que suponían una nueva fuerza de presión y crítica hacia los poderes de sus países. Eran una nueva forma de conciencia. Pero la amenaza soviética fue sólo una ilusión para los estadounidenses, pues a finales de los ochenta, lo que se hacía llamar el “socialismo realmente existente”, tocó fondo. Las exportaciones eran mínimas, la esperanza de vida bajísima, y el sistema político estaba monopolizado por unos cuadros incompetentes que sólo perseguían sus beneficios. El socialismo de los años setenta estaba muy integrado en el mercado global, por lo que la crisis económica le golpeó directamente. Sin embargo, la URSS salió en principio muy beneficiada tras 1973 ya que ella era una productora de petróleo muy importante. Pero el dinero que obtenía de ahí no fue utilizado para lo que de verdad era necesario en ese momento: las reformas económicas; por lo que el socialismo entró en su última década. En esta última etapa, la URSS cada vez tenía menos apoyo dentro de su propia confederación, y además iba perdiendo legitimación. Polonia fue sin duda el país más atrevido, y mediante Solidaridad demostró que los soviéticos ya no podían pararles los pies. La llegada de Gorbachov modificó la situación. Los cambios no podían venir desde abajo por que el pueblo aceptaba el régimen. Y es que el pueblo había nacido en el comunismo, y vivía aislado de cualquier cosa que ocurriera en occidente. La reforma sólo podía venir desde arriba, desde el estado soviético. Y para ello, Gorbachov planteó una reforma económica, política y constitucional. Era la perestroika y la glasnost. La reforma constitucional se basaba en un estado democrático-constitucional. La glasnost suponía el fin de la autoridad suprema del partido, y Gorbachov lo consiguió estableciendo todo el poder en el estado. Con esto, empezaron a aparecer los primeros frentes nacionalistas en algunos países de la URSS. En cuanto a la reforma económica, presentaba un sin fin de dudas: se buscaba una economía dual de socialismo y capitalismo, pero la perestroika no planteaba nuevas alternativas. Pero la economía estaba tan estancada que cualquier otra cosa era favorable. Con la llegada de Yeltsin, se daría la fragmentación total de la Unión Soviética en 1991, tanto en el plano económico donde dejó de haber una economía nacional, como en el plano político ya que se puso fin al Pacto de Varsovia. Gran parte de estos países continuaron con regímenes comunistas, pero ni los que gobernaban ni los gobernados creían ya en ese sistema. Por eso, pronto empezaron a darse manifestaciones de los intelectuales para acabar con esos regímenes débiles y que opusieron poca resistencia en general. Esos personajes serían los que se hicieran con el poder. Sin embargo, la nueva libertad tuvo poca duración, pues el poder volvió a los de siempre. El estado soviético desapareció por la fragmentación de un poder central que era la arteria de la URSS. Tras esto, la idea era establecer una economía cien por cien libre. Y ese era el verdadero problema: el no saber como hacerlo en la práctica, pues no había habido otro sistema más que el controlado por el estado.

     El fin de la URSS fue más económico que político. Pero también el elemento político fue importante, pues preparó la ruptura de todos los países y su posterior declaración de independencia. El fin de la URSS no sólo fue el fin de una superpotencia, sino también la consolidación de una región inestable, conflictiva y violenta.En definitiva, el comunismo no fue un sentimiento sentido por todo el pueblo, sino sólo una manera de la elite para especificar su poder. La ideología del comunismo no existía de la manera que lo tradujo Marx. El socialismo fue, pues, el arma que acabó con sí mismo. Este sistema se estableció para mejorar la situación de todos los trabajadores, pero el mismo sistema se volvió contra ellos, y esto dio su derrumbamiento. Pero el comunismo chino sobrevivió. Y sobrevivió por que, a diferencia de la URSS, allí la gente sí creía en su sistema como un modelo mundial. Además el comunismo pudo triunfar a causa de la gran pobreza de los chinos. Y el elemento nacional fue sin duda el principal factor de la revolución. En 1949, se estableció un gobierno comunista en China bajo la doctrina leninista. Se planificaría un desarrollo industrial, junto a la colectivización de la vida campesina. Mao impusó un modelo autocrático en el cual sólo él tomaba las decisiones, fue una dictadura personal. Con él aumentó la producción de cereales, la esperanza de vida, la escolarización y la industrialización. Si Mao continuó en el poder, fue por la gran revolución cultural que acabó con todo tipo de disidencias politicas e intelectuales. En cualquier contexto político, social, económico y cultural, es importante analizar el concepto del arte por que se vincula mucho a estos aspectos. Pero el momento histórico que nosotros estudiamos, como son los años posteriores a 1945, es una etapa en la que la concepción del arte se modifica de forma radical. Y ese cambio se da por un elemento fundamental: la revolución de la tecnología. La radio, el disco, la televisión, el vídeo,... fueron nuevos elementos que revolucionaron la sociedad y los modos de vivir de las personas del mundo desarrollado. El centro del arte se estableció en Nueva York, algo normal siendo EEUU la primera potencia mundial. Allí llego el estilo internacional con edificios increíbles. También Gran Bretaña ofreció arquitectos de vanguardia. En la URSS, el arte estuvo sujeto a la fuerte ideología y ortodoxia del régimen. Y es que además los artistas e intelectuales soviéticos odiaban el sistema y a quienes lo llevaban, por lo que no mostraban su capacidad creativa y libre. En China pasó igual con la revolución cultural, mediante una campaña contra la cultura, la sabiduría y la educación. Pero en cambio, en la Europa oriental socialista, hubo una buena producción cinematográfica. En estos países comunistas, los artistas hacían su labor por que la sociedad les necesitaba. Ellos eran los únicos que podían expresar la insatisfacción del pueblo en conjunto. Y es que el arte, es y era eso, un modo de expresar la libertad de todo un pueblo contra lo que les reprimía. También hubo un importante negocio en el arte. Mucho países invertían más recursos públicos y privados en el arte. Además, en ese momento, la gente se dio cuenta del dinero que podía obtenerse invirtiendo en el arte. Y así se hizo; y a principios de los noventa el arte especulativo entró en crisis. Otro fenómeno que se dio en este período fue la segregación de las artes. Las artes mayores quedaron en manos de las clases ricas y elitistas de la sociedad; mientras que la cultura común como la televisión, el cine,... quedó para el entretenimiento de las masas. También fue relevante el hecho de que muchos artistas obtuvieron empleo en la educación, lo cual fomentó la crítica e interpretación de las obras, y además implicó una mayor elitización del arte. Las artes como la escultura, la pintura y la música clásica sufrieron un gran retroceso mundial. Y esto fue fruto de la nueva situación que se vivía: los nuevos modos de vida. La sociedad de consumo en el mundo occidental favoreció a esa crisis de las artes, y es que la tecnología fue capaz de reducir la alfabetizacion en muchos países. Nacía un nuevo arte de masas que se basaba en las necesidades materiales de los consumidores. A las nuevas generaciones no les gustaba ni el arte, ni la ópera, ni la música clásica; lo que les gustaba era el rock, el comercio,... De ahí que naciera el pop art como una crítica a todo lo que suponía la nueva sociedad de consumo. Y el otro gran elemento que acabó con los géneros tradicionales fue el fin de la modernidad. En la segunda mitad del siglo XX se consolidó el anti-arte, la abstracción. Y para ir en contra de este movimiento se creó en los años ochenta el término posmodernismo, que hacía referencia a todo tipo de campos humanísticos, pero no del arte. Este posmodernismo se basó principalmente en el relativismo. En definitiva, los artistas de segunda mitad del siglo XX buscaban nuevos medios de expresarse en esa nueva realidad. Pero su revolución de vanguardia fracasó. La tecnología había invadido por completo la vida de la sociedad. La obra de arte como siempre se había conocido, se había perdido. Pero esto no significaba que fuera peor, sino diferente. No podemos medir la valía del arte por criterios tecnológicos ni estéticos. El arte no se mide, por que cada persona en su interior debe hacer un juicio de valor de la obra que observa. Pero el siglo XX también fue el siglo de los grandes avances científicos. Fueron los EEUU los que más científicos prestaban al mundo entero, y además era donde estaba el centro de gravedad de la ciencia. El mundo desarrollado fue el que más invirtió en investigación y desarrollo. Y fue en la segunda mitad del siglo XX cuando la ciencia vinculada a la tecnología propició el mejor momento económico mundial. Nadie podía pensar que todos esos avances tecnológicos y científicos llegarían algún día a sus manos de la forma más práctica. Y así fue. La ciencia más moderna se adaptó a la nueva sociedad de consumo. Las nuevas tecnologías llegaron a todo el mundo desarrollado, y se convirtieron en algo indispensable para la gente. A partir de este gran progreso científico, nació la ciencia ficción de la mano del cine norteamericano. Un tipo de género demostraba los temores de la sociedad, pues ni la religión cuyo arraigo había decaído mucho, ni la ciencia, eran capaces de mostrar una verdad única. Sin embargo, regímenes como la URSS y la Alemania comunista mostraron su rechazo a la ciencia por que argumentaban que sus ciudadanos debían aceptar las doctrinas del país. Pero la ciencia también deparaba para los hombres terror, pues a partir de 1945 se mantenía que la ciencia era muy peligrosa. Esto nos lo demuestra la creación de la bomba atómica. Pero el siglo XX también produjo una ruptura en el campo de las ciencias. La ciencia tiene una teoría, pero ésta debe ser llevada a la práctica para su comprobación. Por tanto, es necesario que la ciencia sea experimentación y trabajo; pero en el siglo XX, la ciencia fue sólo teoría. Este hecho se observa muy bien en la física de la segunda mitad del siglo XX. Además, en estos momentos persistía una incomodidad entre la disciplina científica, pues muchos cintíficos planteaban la necesidad de buscar una verdad absoluta y universal que abarcase todo. Para Niels Bohr, eso no era posible. No había una verdad universal razonable, sino que habían muchas realidades distintas entre ellas. Pero esta incomodidad de los físicos y científicos se mantuvo no sólo por los problemas que se añadían a sus estudios; sino por que ellos también comprendían la crisis que se estaba dando en el mundo. Sin embargo, un presupuesto se mantuvo a lo largo del tiempo: la ciencia debía ser simple, y esa simplicidad debía ir unida de belleza y verdad. De esta manera, se conseguiría la mejor ciencia. De todas formas, la revolución científica del siglo XX complicó aún más las cosas. Así, Einstein intentó crear una “teoría unificada”; Hawking trató la “teoría del todo”;... Además, surgió la “teoría del caos” basada en que la consecuencia de un hecho no podía predecirse. Pero el campo de la cosmología también abrió sus puertas, pues el mundo entero se hacía preguntas sobre el principio del mundo, del universo,... Era un mundo de confusión, una etapa de transición entre el viejo mundo de las catástrofes, y el nuevo mundo que aún se desconocía. Además, este momento de transición presentó científicos politizados. Estos científicos sabían muy bien lo beneficiosa que podía ser la ciencia aplicada sobre los problemas de su sociedad, pero también conocían los peligros de que esos conocimientos cayeran en manos de regímenes belicosos que utilizaran ese potencial científico para hacer daño. Es lo que pasó con las bombas atómicas. Pero esto pasaría antes o después por que los científicos no tenían dinero para investigar por su cuenta, por lo que necesitaban fondos públicos financiados por su estado. Esto hizo que los estados movilizaran a sus científicos con fines militares, en momentos de guerra, sobre todo en la segunda guerra mundial. Pero tras esa guerra, la situación se calmó y las ciencias dejaron de estar vinculadas a la política y pudieron dedicarse a lo suyo. Aparecieron empresas privadas que financiaban los proyectos de investigación. Pero la zona soviética fue la única que tras 1945 la ciencia continuó politizada. Y siguió así por que los científicos eran los únicos que podían cambiar la situación de crisis que se vivía en la URSS. Tras la segunda guerra mundial también aparecieron los ordenadores, que dieron lugar a cuestiones acerca del ser humano. También cambió la visión de la creación del universo. Se pensaba en el siglo XIX que el universo se había creado poco a poco, de forma gradual; pero en el siglo XX se pensaba que fue de forma catastrófica y a gran velocidad. A partir de la década de los setenta, se supo que la tecnología era capaz de provocar cambios irreversibles en el planeta. Y ya no era un conflicto como la guerra nuclear, que podía resolverse; sino el problema de que los productos de consumo de masas estaban destruyendo la capa de ozono y recalentando la Tierra. Con esto, la política volvió a entrar en la ciencia en la forma de poner límites en la investigación científica. Y así, se plantearon las cuestiones relacionadas con la evolución y la genética. Pero el descubrimiento del ADN era peligroso, pues podía servir a políticos e ideólogos radicales para apoyar las tesis racistas, pues el ser humano se creaba por su herencia, genes,... A raíz de esto, se supo claramente que cualquier investigación sobre la ciencia traería consecuencias sociales. Entonces, ¿había que poner límites morales y éticos en la investigación?. Eso ya dependía de cada gobierno en particular, pues los científicos dependían de estos. Y en verdad, lo que les interesaba a los gobiernos era obtener resultados prácticos y utilitarios, es decir, los mayores beneficios sociales de la forma más rentable. Por tanto, la investigación pura no existía para esos científicos salvo en contadas ocasiones cuando se disponía de dinero o cuando era algo que podía dar prestigio nacional como lanzar gente al espacio. Con todo esto, llegamos al fin del segundo milenio.

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