El final de la segunda guerra mundial no da tiempo a que la población universal pueda digerir un nuevo conflicto que acontece a continuación. Es la guerra fría entre las dos superpotencias: los Estados Unidos y la URSS. Y sería este nuevo ambiente belicoso el que transformaría, a partir de 1945, todo el emplazamiento internacional. Así, la gente vivía de nuevo atemorizada no solo por el horror que provocaba la guerra, sino también por la aparición de nuevos elementos que podrían desequilibrar la balanza a un lado o a otro: las armas químicas. Pero era un conflicto diferente.
Ambas potencias no se enfrentaban entre sí. Habían aceptado los marcos territoriales establecidos tras la segunda guerra mundial. Estaba clara la división mundial: los Estados Unidos controlaban todo el mundo capitalista; mientrás que la URSS hacía lo propio en el mundo comunista. Sin embargo, las zonas donde se observó de forma más nítida el conflicto, fue en aquellas donde no se veía una clara dirección política o económica. Y aquí es donde actuaron para ganar aliados, pero también para demostrar al enemigo su fuerza y poder.
En general, la guerra fría se mantuvo en una coexistencia pacífica en las primeras décadas. Era una continua amenaza que nunca llegaba a cumplirse. Era una confianza mutua entre ellas, pero que el mundo civil desconocía.