jueves, 8 de septiembre de 2011

"Un país sense política".

  ENSAYO A LA OBRA “UN PAÍS SENSE POLÍTICA”.
Rubén Vicente Zamora Gómez.
RESUMEN

“Un país sense política”, de Joan Fuster. La obra se publica por primera vez en el 1976. La obra es un conjunto de textos publicados desde el 1960 hasta el 1976, la gran mayoría de ellos en la revista “Serra d’Or”. Fuster dedica mucha de su producción al problema del pueblo valenciano. Y es que tanto el “Nosaltres els valencians”(1962), como la obra que analizo, mantienen dos propuestas íntimamente vinculadas que son: la reflexión sobre una identidad colectiva valenciana que se ve muy clara en el ensayo del 1962; y la reflexión de las actitudes políticas del pueblo valenciano que se localizan más en la obra del 1976. Para concluir esta obertura, creo conveniente señalar la premisa fundamental de Fuster que rescata muy bien Francesc Mira en el prólogo. “¿Un país sense política?”, cuestiona Mira al título de la obra de Fuster. El país valenciano no ha tenido política, lo cual provoca “condició de súbdit..., ignorància..., passivitat...”, según Mira. Esa ausencia de política provoca “la carència d’una identitat clara i definida”, señala Mira. Aquesta és sobretot la nostra singularitat amarga”,concluye Joan Francesc Mira en su apoyo a las tesis de Joan Fuster.



ABSTRACT

“Political a sense country”, of Joan Fuster. The work is published for the first time in the 1976. The work is a text set published from the 1960 to the 1976, the great majority of them in the magazine “Serra d' Or”. Fuster dedicates much of its production to the problem of the Valencian town. And it is that as much “Nosaltres els valencians”(1962), as the work that I analyze, maintains two proposals intimately tie that they are: the reflection on a Valencian collective identity that is seen very clear in the test of the 1962; and the reflection of the political attitudes of the Valencian town that are located more in the work of the 1976. In order to conclude this overture, I create advisable to indicate the premise fundamental of Fuster that rescues Francesc Mira in the prologue very well. “ Political a sense country? ”, it questions Sight to the title of the work of Fuster. The Valencian country has not had political, which causes “condició of súbdit…, ignorància…, passivitat…”, according to Sight. That absence of policy causes “carència d' one defined identitat clear i”, indicates Sight. Aquesta is sobretot nostra singularitat bitter”, it concludes Joan Francesc Mira in its support to theses of Joan Fuster.

I.- UN PAÍS SENSE POLÍTICA

     “¿Sense política, sense polítics?”. Esta es la cuestión que Fuster plantea al principio del ensayo, mostrándo al lector su máxima preocupación. Además dice que no ha habido ni tan solo una política regionalista. Y es que él quiere política nacionalista pero, como no la hay, se plantea si al menos han hecho regionalismo político. Pero esa ausencia de política y sus personajes provoca un fallo aún mayor, un fracaso en la constitución colectiva. Y ese fracaso viene dado por que no aparecen los personajes indicados, es decir, la burguesía, lo cual hace que nos cuestionemos cual es nuestra personalidad. Una burguesía que no hace «la política», porque para Fuster solo hay una política, la nacionalista. Para Fuster, ninguno de ellos hizo la política que tenían que hacer, la política nacionalista que estaba dándose en Europa en el siglo XIX. Fuster concluye :”Vostès diran...”, aludiendo a que el lector examine si con lo que tenía el país valenciano se podía hacer política.

     El país valenciano sí tuvo políticos, pero “no van actuar mai, amb propòsits vinculats de manera específica a la realitat valenciana”, escribe Fuster en este primer capítulo. Esos políticos no supieron o no quisieron preocuparse en resolver los principales problemas que se daban en nuestra realidad. Y ahora es cuando señala la figura de Vicente Blasco Ibáñez. Blasco supo organizar a la pequeña burguesía de la capital valenciana y a la clase trabajadora, esta fue su actuación política: “com a agitador i com a organitzador”, según Fuster. Pero él no actuó como un verdadero político, “no pensava ni actuava en termes de govern”, ¿porqué? Pues por que fue republicano, y por que no podía gobernar desde la ciudad de Valencia. Ya se le escapó en un discurso: “somos amos de Valencia”, y ya está, no más. El blasquismo no fue regionalista, por eso los republicanos alicantinos y castellonenses “feien la seua feina separada”, separada de los republicanos valencianos. Esta era la “miopia provinciana”, la miopia de los valencianos, porque solo se miraba a la provincia y no más allá, no a toda la región. Para Fuster, el mejor momento para hacer política valenciana fue durante la II República con la casi aprobación de un estatuto de autonomía, pero se fracasó, se perdió la oportunidad: “...els uns i els altres ho van desaprofitar”. Hoy día, “la marginació perifèrica hi perdura”. “Sense política”, concluye el autor.

     “Sobre un pessimisme” lo escribe como respuesta a las quejas recibidas por críticos de diversa procedencia, que cuestionan el “to pessimista” sobre los problemas valencianos. Pero Fuster responde que “la situació actual del País Valencià no pot pas dir-se que siga afable i arcàdica”, y además señala que solamente a querido ser lo más objetivo posible. Si es pesimismo o no, el solo dice la realidad. Y una realidad que debe superarse, por eso para Fuster esta publicación es “una flagrant proposta d’optimisme”. Una propuesta para cambiar la situación miope, periférica, sucursalista del país valenciano. Intenta dar una solución a los problemas de los valencianos, una respuesta que no está en exaltar “l’amor propi local”, una respuesta que debe darse desde los intelectuales valencianos. Y es que este artículo se publica en un buen momento, en un momento de cierta apertura del franquismo, lo cual sugiere que esa “voluntat que postula solucions...” pueda despertar, actuar y romper ese pesimismo que envuelve al país valenciano.
 
II.-UNA SINGULARITAT AMARGA

     “País Valencià, una singularitat amarga”, es una artículo publicado en el 1973 en “Cuadernos para el diálogo”.Y Fuster hace antes de nada una breve reflexión en la cual se pregunta: “¿Hi ha hagut, hi ha una «burgesia valenciana»?”. Y su respuesta es negativa. Él denuncia que el país valenciano no ha sido tomado en consideración ni en documentos ni por la gente, como si los valencianos que habitan su región solo llegaran a “una identificació purament administrativa, o geogràfica”. Para Fuster, “la «despersonalització» col·lectiva entre nosaltres es palmària”, la falta de una conciencia propia entre valencianos se nota. Y esto hace que erremos como pueblo y no se nos tome con la importancia que tenemos.

     En “Sense ser res de l’altre mon”, el autor plantea que es lo que ha sido el país valenciano. Para Fuster, el pueblo valenciano es un pueblo que ha tenido historia e importancia, pero que a la hora de la verdad “No estem en condicions de reclamar un «lloc al sol»”, un lugar importante, según Fuster. Además, la historia autóctona se ha centrado al “perímetre «regnícola»”, es nuestra fatalidad.

     Respecto a “Moros i cristians”, se señala que nuestra peculiaridad y singularidad es única, única en toda la península ibérica. Nuestro pueblo se crea en el siglo XIII, que es cuando nacen las sociedades actuales. Un siglo en el que “«neovalencians»” i “«paleovalencians»”, cristianos y moros respectivamente, conviven juntos. Un fenómeno que para Fuster es importantísimo para el futuro, ¿porqué? porque a partir de ese momento el país valenciano fue habitado por dos pueblos distintos. Y es que solo hace cuatro siglos que los moros fueron expulsados de la península, y eso para nuestro autor es “despús-ahir”.

     En cuanto a “L’origen del magma”, Fuster señala algunos de los problemas que ha provocado el episodio morisco en el “«cas valencià»”, lo cual no significa que el problema morisco haya provocado el fracaso total del pueblo valenciano. En primer lugar, su presencia creaba “un buit d’identitat difídil de cobrir” entre los valencianos, y aún hoy perdura. Por otra parte, otro fracaso es que “València va ser una «ciutat hanseàtica»”, es decir, no supo capitalizar todo su reino.

     “Sense una burgesia tal com Déu mana”, es en mi opinión la parte fundamental para entender la tesis de nuestro autor. Para él, nuesta entrada a la modernidad fue “àrdua i anòmala”. El XVIII era idóneo: buena economía, Ilustración, burguesía,... pero todo se fue por la borda en el siglo XIX. La clase dominante no supo cumplir su “«missió històrica»”, hacer nacionalimo como en el resto de Europa. ¿El problema económico?, se invertió en tierra en lugar de industria. Además, las ciudades más ricas cultivaron naranja para su exportación internacional, y no en industria. ¿El social?, “D’ací no sorgí, no en podia sorgir, una «burgesia» tal com Déu i Karl Marx manen”. La burguesía que Dios y Marx pedían era la catalana y británica, una burguesía capitalista, industrial, inversora en industria,... Lo que no había aquí. ¿Y en política?, fue un caos total. El centralismo era demasiado fuerte para poder hacer una política periférica, todo era “exasperació inútil”. Además, según Fuster, no hubo nacionalistas valencianos. Y por último, ¿qué ocurrió en la cultura?. En la cultura, en la lengua, el problema se profundizó. Las clases altas y las dominantes se castellanizaron, es decir, “l’abandó de l’idioma autòcton resultava inevitable”. Todo esto creaba un tipo de burguesía determinada, con unos propósitos y actividades, pero no los buscados por Fuster.

III.-QÜESTIÓ DE LA BURGESIA:

     “Ni modernisme ni tan sols moderns”, es un artículo del 1970 publicado en “Serra d’Or”. Para Fuster, el hecho de que en el país valenciano nadie hablara sobre modernismo significaba mucho. Para él, la sociedad valenciana ha sido “insensible a la seducció del Modernisme”, en arquitectura, pintura, escritura y demás artes. Nuestra “classe dominant és un estrany conglomerat de botiguers i de propietaris rurals”, por lo que no hacen industria y tampoco puede haber mucho dinero. Por todo esto , los valencianos “encara no hem ingressat en els «temps moderns»: som una societat arcaica amb televisors”. Diciendo tiempos modernos, Fuster se refiere a la película protagonizada por Charles Chaplin sobre la industrialización; y respecto a sociedad arcaica con televisores, compara al país valenciano con el mundo subdesarrollado. En cambio, en Europa y en Cataluña sí hay modernismo porque allí si hay una burguesía que gasta dinero para llevar las corrientes modernistas del momento a su región.

     “Tarongers per donar i per vendre”, publicado en “Destino” en 1971. Fuster empieza escribiendo que la naranja es una herencia de los moros, nombrándola como una herencia más de las muchas que tenemos de ellos y que nos hacen un pueblo distinto. Y no solo había naranja, sino que se cultivaba y comía desde el siglo XIII, y también se exportaba desde la segunda mitad del XVIII. Una exportación que supone el comienzo de todo, el comienzo de nuestra peculiar burguesía. Y es que además estos exportadores de naranjas que viajaban a Francia, Inglaterra,...no aprendían nada de allí, es decir, “la seua impermeabilitat ha estat total”. Por todo esto, siguen siendo “ un residu rural, trist i desarmat”. Pero ahora ya no se puede reaccionar, ya es tarde. Ha sido un fracaso total de unos y otros. No han sabido establecerse como un “grup de pressió”, sino que lo que surgen son grupos distintos y separados, son “grups de fluixesa”, grupos de debilidad que no saben unirse y enfrentarse al centro.

IV.-DE CARA ALS PLANTEJAMENTS CLARS:

     Fuster comienza aludiendo el artículo de Jaume Vicens Vives publicado en Serra d’Or en Mayo del 60, “Presència valenciana”, que supone el intento de encontrar un “signe reidentificador, al país valencià”, un signo de una nueva identificación y personalidad para los valencianos. Para Fuster, la realidad es que por encima de una “tergiversació d’uns «Països Catalans» com a maniobra de un hiperbòlic «imperialisme» barceloní”, los valencianos somos “«els veritables altres catalans»”. Esto es, “el perill català” solo ha sido un “fantasma” que arrastrabamos desde lejos como una realidad. Pero, a pesar de esto, los valencianos hemos sabido reivindicarnos como los otros catalanes, “amb una nítida lleialtat al nostre poble i al nostre futur com a poble”, al pueblo valenciano. Los valencianos tenemos pendiente un “«examen de consciència» bàsic”, la recuperación de una identidad nacional propia que los valencianos reclamamos a los países catalanes.

     “Apunts per a una rèplica a Vicens i Vives”, es un artículo publicado en Serra d’Or en Noviembre de 1960 replicando al artículo de Vives de Mayo de ese mismo año. Para Fuster, la opinión del “miracle valencià” del que habla Vives debe ser tomado con mucha reserva y cautela, porque esa efervescencia valenciana no es tan grande y eficaz. La novedad o el milagro sí radica en una “consciència de catalanitat”, es decir, en una unidad de los pueblos de lengua catalana en los aspectos económico, social y mental, como decía Vives. Fuster plantea un modelo paralelo al de Cataluña para el país valenciano, de ahí que coge el modelo de “Noticia de Cataluña” de Vives que cuestiona :¿qué son los catalanes?; para él hacer lo mismo en el “Nosaltres els valencians” con: ¿qué somos los valencianos?. Pero hay un problema grave. Y ese problema está en la historia política y social, y es que los historiadores del Principado hacían una historia privativa del reino catalán, y no de todas las tierras de habla catalana. Por eso, Fuster y Vives señalan la gran necesidad de hacer una historia conjunta de todos los pueblos de misma lengua, pero en el país valenciano la escuelas de erudición no están preparadas “ni tècnicament ni moralment” para hacer ese tipo de historia.

     “Sobre el fet diferencial valencià”, fue publicado en Serra d’Or en Junio del 1961. Es un artículo compuesto de dos partes. La primera parte es la reflexión de una serie de historiadores respecto al artículo de Fuster de Noviembre del 1960, en el cual ellos plantean cual es el hecho diferencial de los valencianos. Sus bases son: el hecho diferencial y personalidad propia de los valencianos. La defensa del nombre de Valencia y no de país valenciano. La inaceptación del conjunto de denominación de países catalanes, sí como una comunidad lingüística y cultural, “però no en una annexió amb mutilació, sinó en una unió del tot que ens duga a Europa” . Y la aceptación de “Comunitat Catalànica”, porque indica una unión como la que ya existía, además de la unidad de lengua y cultura.

     Sus producciones: “Nosaltres els valencians” y “El País Valenciano”, fueron sus grandes obras. Estas dos obras de Fuster suponen una “preocupació latent”, un síntoma de preocupación para averiguar que somos.

     “Un gest de perplexitat cívica”, es decir, los valencianos tenemos conciencia que hace que nos cuestionemos como pueblo. Nos cuestionamos que somos lo cual provoca un error en nuestra constitución colectiva. La solución para Fuster es plantar cara, plantarla con artículos en periódicos, poemas, música, teatro,... “¿Per què i per qui? ”, es decir, porque es esta la situación del país valenciano. O mejor dicho: ¿por quién no es nuestro país de otra manera?. Esta claro, por la burguesía,... o por la no burguesía.

V.-LLENGUA I LITERATURA:

Al principio de este capítulo Fuster deja clara su idea: “Aguantar el vernacle no ha estat fàcil”, y esto ha sido porque los grandes personajes, como Blasco Ibáñez, escribían generalmente en castellano en lugar de en catalán o valenciano. En el país valenciano no se ha escrito la novela en catalán o en castellano que “estàvem obligats a escriure”. No ha habido poesía ni novela valenciana en valenciano, o muy poca. Para Fuster, “La «llengua» ho és tot”. Pero ante la ausencia de esa literatura, no le importa que ella sea en castellano o catalán, pero que mínimamente haga una reflexión sobre la sociedad valenciana. Pero, sin embargo, Fuster sabe que será mejor esa reflexión si se hace desde el valenciano, ¿porqué?, porque Fuster sabe que eso crea identidades.

     “Martínez Ferrando, escriptor”, se publicó en el 1965 en la revista Serra d’Or. Su literatura no ha sido desconsiderada aunque él lo crea así, sino que solamente es de otra época. Su obra no tuvo, como señala Fuster, “una «radicació» social clara”. De origen valenciano, vivió en Barcelona pero nunca consiguió adaptarse a la nueva sociedad. Puede que por esta razón sus obras son de localización imprecisa. Martínez fue un nostálgico de su ciudad natal y de todo lo que la rodeaba. Así, Martínez podría haber sido una oportunidad para hacer literatura valenciana. Pero con él, al igual que con Blasco, se fracasó. Con esto, “La València moderna és una població sense literatura: sense una literatura que la reflectesca «com a societat»”. Hay un vacío literario que aún no se ha solventado.

     “Una mica de dol, per J.M.Bayarri”, es del 1971 en Serra d’Or. Su poesía al país valenciano ha sido importantísima. Pero a pesar de que fue un gran catalanófobo y su valencianismo “era ultrancer”, sí mantuvo una gran fidelidad al idioma, lo que él llamaba la “lengua valenciana”. Pero la sociedad valenciana fue una sociedad donde la permanencia de la lengua no se dio en las clases dominantes, burguesía, sino que la producción en lengua vernácula se dio en los sectores más bajos porque la burguesía se castellanizó. A pesar de todo esto, Bayarri fue otra ocasión perdida.

     “Dificultats valencianes (1)”, es un número de Serra d’Or publicado en Julio del 1971. Para Fuster, hay muy pocos valencianos que hayan escrito en su lengua y, a la vez, hayan tenido actitudes particularistas. Unas actitudes que se manifiestan mucho en el idioma, pero no en la escritura que es lo que importa porque la escritura crea identidad. Por tanto, del lado valenciano se dieron muy pocas reivindicaciones.

     “Dificultats valencianes (2)”, es de Agosto, del mismo año que el anterior. Para Fuster, en 1960 o 1962 la lengua literaria valenciana quedaba definida por los jovenes intelectuales del país valenciano. Era en definitiva, un nuevo contexto en el cual las “mínimes «dissidències»” lingüísticas no suponían un hecho de separación. Sino que los valencianos se acostumbraban a leer en catalán por encima de las variantes morfológicas. Hay un cambio, y eso se nota, porque los valencianos están escribiendo en “barceloní”, lo cual significa un intento por parte de estos de “«normalitzarse» culturalmente, idiomàticament”.

     “Una carència singular”, es de Febrero del 72. “El país valencià actual no té una novel·la pròpia”, esta es nuestra carencia singular que habla Fuster. Pero, ¿porqué esta carencia?, ¿porqué no hay novelas valencianas en castellano o en valenciano?. Las últimas son las de Blasco Ibáñez. La realidad es que no ha habido una novela. El teatro y la poesía sí han hecho su trabajo, pero la novela no. Y no lo ha hecho no por factores de literatura, señala Fuster, sino por que la sociedad valenciana “no ha sabut ni volgut «veure’s»: mirar-se a l’espill”. Por esta razón los valencianos fallamos como pueblo, por que utilizamos la “tàctica de l’estruç”. Una táctica para escondernos, para no ver la verdad, la realidad, por que es desagradable. Es una realidad que provocaba “neurosi col·lectiva”, por eso intenta evitarse.

     “Parlar segons com”, es de Mayo del 1972. En este artículo Fuster trata la figura de Constantí Llombart. Llombart fue, entre otras cosas, poeta. E hizo poemas políticos, pero unos poemas políticos en castellano y no en catalán. Y es que Llombart nunca habría hecho esos poemas en el “«llemosí» de renaixentista” que tanto amaba. ¿Se podría haber elaborado una Renaixença valenciana en el sentido que buscaba Fuster?, no. Para Fuster, el sector llorentino “silenció” a Llombart, por lo que Fuster piensa que algún día habrá que reivindicarle por que “ell era el que hi tenia una visió «més clara»” del problema valenciano, en toda la fauna de la Renaixença valenciana.

VI.-DIA A DIA:

     El autor introduce el tema citando al personaje valenciano, de Xàtiva, Raimon. Y es que, para él, las canciones de Raimon suponen “una de les incidències més profundes i més àmplies que ha rebut la societat catalanoparlant”. Y encima nace con una fonética valenciana, pero una fonética “en la de Xàtiva, diàfana, lleidatana, borgiana,...”, es decir, con acento muy catalán.

     “La dificultat de ser conservador”, es un artículo de Serra d’Or del 1968. Fuster trata el personaje de Joan Estelrich. En principio, esta figura era conservadora, pero en el país valenciano había pocas cosas para conservar. Y es que en 1930 se da un momento “d’expectatives il·lusionades”, se pensaba que se diera una toma de la Bastilla como ocurrió en Francia, pero a nivel local y mucho más tarde en nuestro país. Se consigue expulsar a la casa de los Borbones y en 1931 se establece la II República lo cual abría “un període «constituent» ple d’esperances”.

     El futbol i més coses”, es un articulo de 1971 también en Serra d’Or. Para Fuster, los intelectuales de Barcelona mantienen un sentimiento profundo sobre el equipo “titular de la població”, el Barcelona. Pero esto en Valencia no ocurre con el Valencia club de futbol, ¿por qué?, pues por que según Fuster en Valencia no hay intelectuales, por lo que ese ánimo por el equipo no puede llevarse a cabo. Además en Valencia se prefieren los toros, que según nuestro autor puede ser consecuencia de las costumbres arcaicas de nuestra sociedad. Fuster sabe que hay personas no catalanas que son del Barcelona, ¿por qué pasa esto si el futbol “es una de les energies elementals del localisme”?. Fuster responde que todo depende del lugar. Y con esto se descubre que, el futbol y pertenecer a un equipo u otro es más que una simple afición.

     “Una presència difícil”, del 1971, Fuster trata la figuar de Raimon y la “«nova cançó»”. Y es que Raimon supo pasar del lirismo de sus canciones a canciones más testimoniales y reivindicativas. Pero el problema es que ha tenido importancia en el exerior, pero aquí, que en verdad es lo más importante, “a penes ha tingut ací cap repercussió”. Entonces, el problema catalán se internacionalizó, pero no pudo tomar la forma que necesitaba aquí para poder hacerse oír de veras. Como titula Fuster este epígrafe, ha sido “una presència difícil”, es más, para mí, una presencia casi practicamente imposible por que pocos lo han querido y defendido.
 
VII.-HI HA MÉS CATALANS ENCARA:

     “...sóc «nacionalista» en la mesura que m’obliguen a ser-ho”. Y la segunda idea en este preludio es que, “hi ha més catalans encara”. Catalanes no solo son los del Principado, catalanes somos los mallorquines, los valencianos,... Y este problema implica “una certa «insuficiència» de nomenclatura”, no sabemos como llamarmos. La solución está en utilizar, para todos, “catalans a seques”. Entonces, ¿qué nos pasa?. Que nos pasa a nosotros, los catalanes, con el tema del nombre. Esta es la cuestión que Fuster deja al aire. Pero lo curioso es que deja de tratar nuestro problema con el nombre de valencianos y, nos trata, ya como catalanes.
“Les accepcions possibles”, es un artículo acerca de los distintos significados que el concepto de catalán ha tenido a lo largo del tiempo. Y para nuestro autor, su significado ha ido cambiando principalmente por un factor: “les «circumstàncies» polítiques”, que han sido decisivas. En un primer sentido, en una época el gentilicio de catalán englobaba a todos los pertenecientes a la Corona de Aragón. Era, además, una identificación a nivel internacional en la edad media. Catalanes eran aragoneses, provenzales, valencianos, mallorquines, rosellonenses y los del Principado. Por otra parte, hay otra acepción más concreta que engloba solo a los que hablan catalán, por lo que los aragoneses y provenzales estarían excluidos. Y es que catalanes somos todos los que lingüísticamente hablamos igual, en catalán. Esta es, para Fuster, la “elemental raó filològica” que nos une.

     “El «somni» de Maragall” , es un artículo en el cual Fuster intenta descubrirnos una cuarta acepción al gentilicio de catalán. Para Fuster, la intención de los poemas de Joan Maragall es la búsqueda de que Cataluña reine dentro de la creación de un estado:

“jo no sé quan, prô vindrà un dia
que el Pirineu regnarà!”

     Para Fuster, esta propuesta de Maragall del 1904 es totalmente confusa. No habían expectativas para que se diera algo así. Sin embargo, para Maragall, todos son catalanes siempre que estén cerca del Pirineo. Lo que Maragall busca es un “estat pirenaic” con narbonenses, occitanos,..., un nuevo imperio.

“oh catalans que a l’altre mar sou junts,
alceu els ulls al mur que ara ens separa:
s’acosta el dia que serem tots uns...”

     “Les altres Catalunyes”, son Mallorca y Valencia. Maragall mantiene una “temptació «septentrionalista» de Barcelona”, es decir, la unión con el norte. Pero Maragall no desata el mismo entusiasmo con las Cataluñas de Mallorca y Valencia, “mai no sent l’emoció de les altres Catalunyes”. Y es que en sus versos ya no se desata “cap «vent de profecia»” con Valencia y Mallorca. Sin embargo, Maragall mantiene la idea de: “¡S’acosta el dia que serem tots uns!”. La opinión de Fuster en todo esto es que, no cree en vientos de profecía, pero sí en una unidad “per exigències morals i materials”. Fuster espera el día que todos seremos uno, una unión en trámite. Es en el siglo XIII por obra de catalanes y aragoneses cuando nacen esas dos nuevas sociedades catalanas fruto de migraciones, asentamientos y permanencia de musulmanes por que el potencial repoblador no era tan alto como se necesitaba.

     “La primera divisió”, es un artículo en el cual Fuster señala la figura de Jaume I como el creador de los países catalanes y, a la vez, quien sembró los primeros “gèrmens de dissolució”. Por una parte, por que Jaume I creó Valencia y Mallorca como reinos independientes de Cataluña y Aragón. Eran entidades con una identidad política propia. La Corona de Aragón era un conjunto de reinos diferentes y unidos solamente por la persona del rey. Pero aunque fueran distintos, se imponía “l’hegemonia de Barcelona”.Y el segundo motivo de división sería que, a su muerte, dividió sus dominios entre sus hijos lo que provocó una ruptura “a nivell de la Corona”. Pero estas divisiones dieron el fin de cualquier unidad en el siglo XIII, y es que “Jaume I va preparar la nostra «unitat», i tot seguit la desbaratà”. Por tanto, “d’una Catalunya” que se quería construir, “van sortir diverses”, y cuyo fin era el que sabemos hoy en día, “abocades a la dispersió”.

     “De l’enyorança a la voluntat”, es uno de los artículos que, para mí, tiene más importancia en esta obra de Fuster. La Renaixença era un “redescobriment de la «unitat»”; una unidad en el idioma, en la historia, y en las aspiraciones colectivas. Y es que si la Renaixença ofrecía alguna unidad, era por que algo había, “les situacions de cada regió eren similars”. Y más aún, la obsesión de decir que el valenciano era distinto al catalán, es decir, esa tentativa tan anticatalanista, demostraba ineludiblemente la unidad catalana. Demostraba que anteriormente, catalanes, valencianos y mallorquines “havien coincidit en una mateixa modalitat idiomàtica”, el “«llemosí»”. Era una unidad antigua, pero una unidad que había existido. Además, el lemosín lograba salvar “les particularitats localistes” de valencianos, mallorquines,... Este nombre actuaba de “subterfugi o eufemisme” para evitar fricciones entre los implicados. Pero con la división por Jaume I, nos quedabamos sin un nombre común, que “hauria d’haver estat el de «catalans»”. Pero para Fuster, la unidad entre catalanes, valencianos y mallorquines solo puede hacerse con una “denominació comprensiva, superior”, por que como dice Fuster, “els noms fan la cosa”.

     “L’últim malentès”, Fuster resalta que es muy dificil evitar en el colectivo social ese odio a Cataluña. La resistencia de Valencia y Mallorca se mantiene muy vivo. Pero Fuster opina que hay que acabar con eso por que lleva a “equívocs y a males interpretacions”. Él dice que hay prejuicios que se puede acabar con ellos, pero hay otros más difíciles de disipar, como por ejemplo “el temor de ser «absorbits», el temor del «centralisme» barceloní, el temor de «perdre la personalitat»...” Pero todo esto son fantasmas, son fantasmas del peligro catalán.

     Fuster, a modo de conclusión, en un parrafo dice que hablando de nosotros los valencianos, llamarnos así significa a la vez llamarnos catalanes. Pero, para él, no basta solo con llamarnos, sino que también tenemos que ser y sentirnos valencianos. Tener una conciencia de los problemas que acechan a nuestra sociedad, y es que tener esta conciencia significa un compromiso entre todo el conjunto de los valencianos, un compromiso para conseguir “nostra unitat última”. Por tanto, en conclusión, llamarnos valencianos o mallorquines no significa negar nuestra pertenencia catalana. Simplemente es un nombre más, nada más, y con esto, “el malentès s’esvaeix”. El fin último de la propuesta fusteriana en esta obra es la unión de las diversas Cataluñas en una sola. Es un proyecto que hacer, un proyecto que deben hacer las futuras generaciones. “Per començar, amb això en tenim prou”, concluye Fuster.

BIBLIOGRAFÍA:

- Fondos de la Hemeroteca Municipal de Valencia.
- Alfons Cucó, Roig i blau: la transició democràtica valenciana, Valencia, Tàndem, 2002.
- Vicente Garrido Mayol (dir.) La transición política en la Comunidad Valenciana.
- Valencia Pere M. Orts i Bosch, Història de la Senyera al País Valencià, València, Eliseu Climent, 1979.

No hay comentarios:

Publicar un comentario