jueves, 10 de febrero de 2011

UD 2: EL NACIMIENTO DEL MUNDO INDUSTRIAL


            “Es un hecho curioso que, en los comienzos de la industria algodonera, todas las operaciones, desde el tratamiento inicial de la materia prima hasta su salida en forma de tejido, se efectúan bajo el techo de la casa del tejedor. En un segundo período, con la mejora de las técnicas, la práctica era la de fabricar los hilados en la fábrica y tejerlos a domicilio. En la actualidad, ahora que esta industria ha llegado a su madurez, todas las operaciones, que ponen en juego medios mucho más amplios y complejos, se efectúan en un solo edificio... En las fábricas movidas por el vapor, el algodón es cardado, bobinado en mechas, hilado y transformado en tejido, y una sola fábrica es suficiente para producir la misma cantidad de metros para la que antes era precisa la mano de obra de toda una región.”
R. Gueston. Historia abreviada de la manufactura de algodón.



Tomemos como ejemplo una manufactura de poca importancia, pero a cuya división del trabajo se ha hecho muchas veces referencia: la de fabricar alfileres. Un obrero que no haya sido adiestrado en esa clase de tarea […] y que no esté acostumbrado a manejar la maquinaria que en ella se utiliza […], por más que trabaje, apenas podría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de veinte. Pero, dada la manera como se practica hoy día la fabricación de alfileres, no solo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que está dividida en varias fases, la mayor parte de las cuales también constituyen otros tantos oficios  distintos. Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el extremo donde se va a colocar la cabeza: a su vez la confección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas [...]. He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez obreros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. […] podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, [...] más de 48.000 alfileres, cuya cantidad, dividida entre diez, correspondería a 4.800 por persona [...].”
ADAM SMITH, La riqueza de las naciones, 1776.

“En primer lugar, pues, por lo que se refiere a los patronos: con muy pocas excepciones, son un grupo de hombres que han surgido del negocio del algodón sin educación ni preparación, excepto la que hayan podido adquirir gracias a su relación con el pequeño mundo de comerciantes en la lonja de Manchester; pero, para contrarrestar este defecto, dan unas apariencias, gracias a un ostentoso desfile de mansiones elegantes, ajuares, libreas, parques, caballos, perros de caza, etc., que se cuidan de exhibir ante el comerciante extranjero de la forma más fastuosa. […] En general, los obreros son un grupo inofensivo de hombres instruidos y sin pretensiones, aunque es casi un misterio para mí cómo adquieren esa instrucción. Son dóciles y tratables, si no se les irrita demasiado; pero esto no es sorprendente, si tenemos en cuenta que están acostumbrados a trabajar, a partir de los seis años, desde las cinco de la mañana hasta las ocho o nueve de la noche. Dejad que uno de los defensores de la obediencia al amo se aposte en la avenida que conduce a una fábrica, un poco antes de las cinco de la mañana, y que observe el aspecto miserable de los pequeñuelos y de sus padres, arrancados de sus camas a una hora tan temprana y en todo tipo de tiempo; dejadle que examine la miserable ración de comida, compuesta básicamente de gachas y torta de avena troceada, un poco de sal, y a veces coloreada con un poco de leche, junto con unas pocas patatas y un trocito de tocino o manteca para comer. ¿Comería esto un trabajador manual de Londres?”  
Relato de un operario de la industria del algodón en 1818.

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