sábado, 19 de febrero de 2011

La Nueva Primavera de los Pueblos

     No hay mayor sentido en la vida, que el sentido mismo de la vida. ¿Y cuál es ese sentido, ese hálito necesario de la vida de todos y cada uno de nosotros?. Lógicamente, la libertad. La libertad de aprender. La libertad de entender. La libertad de ser.

     Todo ser humano ansia la libertad. Y así se ha vislumbrado a lo largo de toda la Historia. La lucha contra el control de la naturaleza fue la máxima durante la Prehistoria. La pugna contra la inevitable mortalidad infantil, los depredadores, el hambre, las guerras,... son algunos de los factores que nos esclavizaban a la tierra, que nos hacían depender de ella, y subyugarnos a una dependencia natural, a una dependencia vital. Una vez acabada esa vinculación, eran las cadenas y grilletes del ser humano los que ahorcaban y ahogaban las vidas y almas de inocentes que arrastraban el pesado lastre de la decadencia humana: la esclavitud y la servidumbre.



     Y no hablo en pasado, exclusivamente. Aquellos que piensen que eso de la injusticia civil, la falta de democracia y de libertades individuales, o la esclavitud personal son cosas del pasado; están muy equivocados. 

     République française! Liberté, Égalité, Fraternité !' Esto gritaban hace dos cientos y pico años muchos franceses "revolucionarios" (y lo entrecomillo para evitar herir susceptibilidades) que intentaban acabar con siglos y siglos de esclavitud y de decadencias humanas. Una decadencia que estribaba en la falta de libertades individuales y de derechos propios. Por que para que lo entendamos, si hoy nos dicen a uno de nosotros que mañana no podemos salir a la calle en todo el día porque un tal Timoteo viaja a la ciudad y son necesarias unas medidas de seguridad extremas, ¿la verdad? No quiero pensarla. ¡Y solo te privan el no salir a la calle!. Pero, ¿acaso radica realmente en el hecho de no poder salir a la vía pública? ¿Acaso no vendrá dado realmente en la situación de la misma prohibición? Por que, a fin de cuentas, a nadie le gusta que le prohíban cosas.

     La Revolución Francesa, la Primavera de los Pueblos, o nuestro Uno de Mayo; son simplemente algunos acontecimientos que narran la vida del ser humano. Una vida de continuas luchas y enfrentamientos en busca de la libertad del ser humano y el patriotismo de nuestra propia persona, y si se quiere, también de nuestra propia patria. De defender lo nuestro, y de defender a los nuestros. De proteger lo que tantos años ha costado construir, y crear. Crear vidas cercanas a la supervivencia del ser humano, y alcanzar, en cierto modo, una posible y tímida felicidad.

     Hosni Mubarak, 1981. Muanmar al-Gadafi, 1969. Abdelaziz Buteflika, 1999. Ali Abdullah Saleh, 1990. Estos son solo algunos de los ejemplos de la perpetuidad en los cargos. Un anquilosamiento que destroza y acaba con la vida de cualquier ciudadano. Túnez, Egipto, Jordania, Argelia, Irán, Irak, Libia y Marruecos son solo algunos de los ejemplos que mejor representan la falta de libertad y la presencia de esclavitud. Por que la gente no es estúpida. No es una masa de ganado a la que se puede engañar y engatusar constantemente con mentiras y depravaciones que rozan de lo anormal. El ciudadano se cansa, y el colectivo más. Siempre pensamos que la violencia no es el medio más adecuado de conseguir un propósito. Y lo sigo pensando. Pero cuando uno pone la mejilla, vale. Cuando pone la otra mejilla, vale. Pero cuando se trata de poner la mejilla de todos nuestros familiares y amigos, es cuando realmente se desata la ira y la violencia alterada.  Es cuando ese Gandhi que hay en nosotros se esfuma como la niebla. Es cuando millones y millones de ser humanos se unen por una causa común. Es cuando la lucha por la libertad y el respeto a cada uno de nosotros, se convierte en el común denominador de todas las personas. Es en ese momento, cuando el ser humano vale la pena. Cuando lucha por su ideario, y por el de los demás.



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