jueves, 10 de febrero de 2011

UD 5: LAS GRANDES POTENCIAS EUROPEAS

            “La constitución política es estable y no corre el riesgo, como la nuestra, de ser violentamente derogada y mal reformada cada veinte años. Es liberal e invita a los particulares a participar como actores y partícipes en los asuntos públicos y no a verlos como simples curiosos. Da la línea a seguir a la clase superior, que es la más capaz para gobernar el país y que encuentra esta labor su empleo natural, en lugar de languidecer o de perderse por falta de objetivos como pasa en nuestro país. Se la somete sin grandes problemas a mejoras continuas, y acaba produciendo el buen gobierno, el que respeta más la iniciativa de los individuos y coloca el poder en las manos de los más dignos. Los ciudadanos hablan y se asocian como les place, no hay en el mundo una prensa tan bien informada, ni asambleas tan competentes.”
HIPPOLYTE TAINE, Notas sobre Inglaterra, 1871.

“Es la primera vez, en nuestra historia parlamentaria, que la voz de Irlanda se expresa con autenticidad y que la escuchamos con atención. [...] Ahora podemos comprender este país, nos hallamos en situación de conocer realmente sus aspiraciones y su voluntad. ¿Cómo se presenta hoy el problema? ¿Mis honorables colegas soñaron que iban a entrar en conflicto con una nación? ¿Qué obstáculo puede detener la reivindicación de una nación, cuando no es excesiva ni peligrosa? Y hay, lo sé, millones y millones de personas, que consideran que la reivindicación no es excesiva ni peligrosa. Desde nuestro punto de vista, solo puede objetarse una cuestión: la de saber en qué momento y en qué circunstancias debe darse esa respuesta satisfactoria. Porque se dará esa respuesta positiva, estamos seguros de ello. Darla libremente y de forma digna, recibiendo testimonios de gratitud y de reconocimiento o bien darla bajo la amenaza o el resentimiento [...] Hay en esto, desde nuestro punto de vista, una diferencia fundamental, y esa es la razón esencial por la que hoy actuamos así. Hemos dado a Irlanda una voz. Todos, nosotros también, debemos prestar atención a este momento. Todos, nosotros también, debemos escucharla, en ambos lados, divididos en esta cuestión, divididos, creo, por un abismo infranqueable [...].”
Discurso de Gladstone en el Parlamento británico, 7 de junio de 1886.

“Señor Presidente, me permitirá que, agradecido por la bondadosa acogida que me dispensasteis, me preocupe de vuestra gloria y os diga que vuestra estrella, tan feliz hasta hoy, está amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha. Habéis salido sano y salvo de bajas calumnias, habéis conquistado los corazones [...] ¡Pero qué mancha de cieno sobre vuestro nombre –iba a decir sobre vuestro reino– puede imprimir este abominable proceso Dreyfus! [...] Y no hay remedio; Francia conserva esa mancha y la historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra presidencia [...]. Yo Acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebas de la inocencia de Dreyfus, y no haberlas utilizado, haciéndose por lo tanto culpable del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia con un fin político y para salvar al Estado Mayor comprometido. Yo Acuso al general Boisdeffre y al general Gonse por haberse hecho cómplices del mismo crimen, el uno por fanatismo clerical, el otro por espíritu de cuerpo, que hace de las oficinas de Guerra un arca santa, inatacable [...] Yo Acuso a las oficinas de Guerra por haber hecho en la prensa, particularmente en L’Éclair y en L’Echo de París una campaña abominable para cubrir su falta, confundiendo a la opinión pública. Y por último: Yo Acuso al primer Consejo de Guerra, por haber condenado a un acusado fundándose en un documento secreto, y al segundo Consejo de Guerra, por haber cubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico de absolver conscientemente a un culpable. [...] Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia. [...] Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente. Así lo espero.”
ÉMILE ZOLA, «Yo acuso», artículo publicado en L’Aurore, 13 de enero de 1898

“[...] debemos intentar atenuar el descontento provocado por el hecho de que nos hemos convertido en una gran potencia, haciendo sentir al mundo el peso de estas fuerzas, lealmente y con un espíritu pacífico bien entendido. Debemos convencerle de esta forma de que una hegemonía alemana en Europa es más útil, más desinteresada y menos perjudicial para la libertad ajena que una hegemonía francesa, rusa o inglesa. [...] la política alemana, después de haber reparado las humillaciones del pasado, y reunido los fragmentos de la nación, solo tiene un deseo: mostrarse justa y pacífica.”
OTTO VON BISMARCK, Gedanken und Erinnerungen (Pensamientos y recuerdos), 1890.

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