jueves, 10 de febrero de 2011

UD 7: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


            “El embajador de Alemania me ha informado que el gobierno alemán acepta, en principio, la mediación entre Austria y Rusia por las cuatro Potencias […]. Ha recibido también instrucciones para rogarme que haga uso de la influencia en San Petersburgo para localizar la guerra y mantener la paz en Europa. Le he contestado que la respuesta serbia iba más lejos para satisfacer las demandas austriacas de lo que pudiera esperar de ella. El mismo secretario de Estado alemán ha dicho que en la nota austríaca había cosas que casi no se podía esperar que Serbia las aceptase. Le dije que presumía que la respuesta serbia no habría podido ir tan lejos como lo había hecho si Rusia no hubiese ejercido una influencia conciliadora en Belgrado y que era en realidad en Viena donde era necesaria una influencia moderadora. Que si Austria rechazaba la respuesta serbia era porque estaba dispuesta a aplastar a Serbia a cualquier precio, sin preocuparse de las consecuencias que esto podría acarrear […] la guerra sería la más gigantesca que se haya conocido jamás…”
Comunicado de sir Edward Grey (secretario de Estado del Foreing Office) a sir E. Goschen (embajador de Reino Unido en Berlín), 27 de julio de 1914.




“Lo que dicen las naciones:
1.- Rusia dice: si no  se respeta la integridad territorial de Serbia, intervendré contra Austria.
2.- Alemania dice: si Rusia pone un pie en Austria, daré apoyo a esta manu militari.
3.- Inglaterra y Francia dicen: daremos nuestro apoyo a Rusia en su acción si interviene Alemania…
5.- Rumanía, Grecia y Montenegro dicen: intervendremos y daremos apoyo a Serbia si atentan contra su independencia.
6.- Bulgaria dice: apoyaré a Austria si intervienen Rumanía y Grecia.
7.- Austria ha declarado que respeta la nacionalidad de Serbia, a la cual solo quiere castigar.
8.- Italia apoyará a sus aliadas Austria y Alemania si estalla el conflicto europeo
 La Tribuna, 31 de julio de 1914.


“Una y otra vez quiero deciros algo: vosotros, que permanecéis en la patria, no olvidéis cuán horrible es la guerra. No dejéis, de rezar. Actuad con seriedad. Abandonad toda superficialidad. Arrojad de teatros y conciertos a los que ríen y bromean mientras sus defensores sufren y se desangran y mueren. De nuevo he vivido durante tres días (del 1 al 4 de enero) la más sangrienta y horrible batalla de la historia, a doscientos metros del enemigo, en una trinchera provisional excavada a toda prisa. Durante tres días y tres noches han caído granadas y más granadas: estallidos, silbidos, sonidos bruscos, gritos y gemidos ¡Malditos aquellos que nos condujeron a esta guerra!”
Carta de un estudiante alemán desde el frente. Enero de 1915. 


“Artículo 119. Alemania renuncia, a favor de las principales potencias aliadas y asociadas, a todos sus derechos y títulos sobre sus posesiones de ultramar […].
Artículo 231. Alemania y sus aliados son responsables, por haberlas causado, de todas las pérdidas y de todos los daños sufridos por los gobiernos aliados y sus naciones como consecuencia de la guerra […].
Artículo 232. Los gobiernos aliados y asociados exigen […] y Alemania adquiere el compromiso, de que sean reparados todos los daños causados a la población civil de las potencias aliadas y asociadas, y a sus bienes […].
Artículo 428. A título de garantía […] los territorios situados al oeste del Rin […] serán ocupados por las tropas de las potencias aliadas y asociadas durante un período de quince años […].”
Tratado de Versalles, 28 de junio de 1919.
“Artículo 6. Los miembros de la Sociedad reconocen que el mantenimiento de la paz exige la reducción de los armamentos nacionales al mínimum compatible con la seguridad nacional […].
Artículo 10. Los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y a mantener contra toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política presente de todos los miembros de la Sociedad […].
Artículo 16. 1. Si un miembro de la Sociedad recurriese a la guerra […], se le considerará ipso facto como si hubiese cometido un acto contra todos los demás miembros de la Sociedad. Estos se comprometen a romper inmediatamente toda relación comercial o financiera con él […].”
Pacto de la Sociedad de Naciones, abril de 1919.


“Cuando se piensa en las consecuencias de la Gran Guerra que acaba de terminarse […], alguien puede preguntarse si la estrella de Europa no palidece y si el conflicto no ha iniciado en ella una crisis vital que presagia su decadencia. Al diezmar la multitud de hombres […]; al malgastar sus riquezas materiales […]; al distraer durante varios años los espíritus y los brazos del trabajo productivo hacia la bárbara destrucción; al despertar por este abandono las iniciativas latentes o adormecidas de sus rivales, ¿no habrá ocasionado la guerra un golpe fatal a la hegemonía de Europa sobre el mundo? Ya el final del siglo XIX había revelado la vitalidad y la potencia de algunas naciones extra europeas; una, como los Estados Unidos, nutrida de la misma sangre de Europa, otras, como el Japón, conformadas por sus modelos y sus consejeros. Al avanzar rápidamente el desarrollo de estos recién llegados, al producirse el empobrecimiento de las virtudes productivas de Europa, al crearse de este modo un profundo desequilibrio entre ellos y nosotros, ¿no ha abierto la guerra para nosotros una crisis de hegemonía y de expansión? […]”
Albert DEMANGEON, El declive de Europa, 1920

2 comentarios:

  1. Niun brillo la información ql y la historia, me la paso por el Pico, puros pajero en la historia ql fea

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  2. estos pajeros culiaos no tienen vida , se pasan toda la vida investigando y inventando weas que nunca estubieron en ella , vean el futuro giles conchetumadres aburrios me los paso por la polla

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