Roma tuvo que supeditar sus patrones de asentamiento al agua. Por esto, siempre se emplazará en emplazamientos cercanos a cursos fluviales, como es el caso de nuestra conocida Valentia romana.
En detrimento de este importante agente, existían ya formas de abastecimiento naturales como eran los manantiales y las capas freáticas del subsuelo, de gran importancia en época republicana. Sin embargo, en época republicana, ya existe evidencia arqueológica de acueductos. El más antiguo conocido en Roma data del 312 a.c., de un total de hasta doce acueductos en la ciudad en toda su historia. Es evidente que el abastecimiento de agua era vital para la sociedad, como lo es hoy en día para la nuestra.
En la Hispania romanizada, el procedimiento para obtener agua fue diferente. Estuvo basado, generalmente, en la perforación para obtener pozos subterráneos de la capa freática, como ocurrió en Valentia (pozo republicano de la Almoïna, actualmente musealizado).
Otra forma común de aprovechamiento del agua fue la llevada en las propiedades domésticas privadas. En la casa (domus), se practicaba un agujero en el techo de la cubierta, el compluvium, por el cual caía el agua de la lluvia sobre un pequeño depósito para recoger agua, el impluvium. Bajo el impluvium había, cavado en el pavimento del suelo de la domus, una cisterna a modo de pozo de la que se extraía el agua con un brocal.
Ninguno de estos tres procedimientos garantizaba un aporte seguro de agua. Por tanto, en períodos de sequía, se almacenaba el agua en cisternas. Ejemplos arqueológicos tenemos atestiguados en Lucentum (Alicante) y Emporion (Ampurias). En ambos encontramos enormes cisternas de bañera (a bagnarola), con dimensiones de 20 metros de largo, 1'5 de ancho y 3 de profundidad. Tenían carácter público, y se cree tuvieran origen ibérico. Estas cisternas, también llamadas piscinas, estaban constridas en opus caementicium (cemento) y revestidas con opus signinum (cal, arena y arcilla). Estaban dotadas de escaleras para descender al depósito.
Pero fueron, sin duda, los Acueductos, la solución a los problemas de abastecimiento. Eran el conjunto destinado a transportar agua de un lugar a otro. Una parte importante de los mismos eran sus puentes, pues sin ellos no se podían salvar los desniveles topográficos. Acueductos romanos famosos son el de Aqua Appia o Aqua Marcia.
Pero para realizar acueductos era necesario un elemento vital: la captatio (captación) de las aguas. Muchas veces solía captarse del agua de montañas y cuevas que emanaba en los manantiales. Aunque también de ríos (el agua del río Acebeda para el Acueducto de Segovia). O también el agua se extraía de un gran embalse, como el Aqua Emerita Augusta (Mérida). El agua solía transportarse a través de tres tipos de conducción: canalis structilis, de mampostería cubierta; la fistula plumbea, tubería de plomo; y el tubuli fictiles, tubería de cerámica.
Fuente: J.L. Jiménez Salvador. Profesor Titular de Arqueología de la Universidad de Valencia (desde 1987).
Las Termas y la Cultura del Baño quedarán para otra ocasión.
Interesante articulo, hace poco visite el acueducto de Segovia y es una maravilla arquitectónica. Es una pasada como en aquellos tiempos se las arreglaban para poder abastecerse de esa manera de agua, un bien tan común y poco apreciado hoy en día. Espero impaciente Las Termas y la cultura de los baños.
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