jueves, 10 de febrero de 2011

UD 3: LIBERALISMO Y NACIONALISMO EN EL SIGLO XIX


            “Sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o a abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y organizar sus poderes en la forma que a su juicio sea la más adecuada para alcanzar la seguridad y felicidad. […] Cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, tiene el derecho, tiene el deber, de derrocar ese gobierno y establecer nuevas garantías para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno. […] Por tanto, los representantes de los Estados Unidos de América convocados en Congreso General […] hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Independientes […] y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta […]”
Filadelfia (1776).


 
“El plan de este escrito es muy simple: Nos planteamos tres preguntas 1. ¿Qué es el tercer estado? Todo. 2. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada. 3. ¿Qué pide? Llegar a ser algo. ¿Quién osaría decir que el tercer estado no contiene en sí todo lo necesario para formar una nación completa? Si se hiciera desaparecer el orden privilegiado, la nación no sería menos, sino más. Y ¿qué es el tercer estado? Todo, pero un todo trabado y oprimido. ¿Y qué sería sin el orden privilegiado? Todo, pero un todo libre y floreciente. [...]. El tercer estado abarca todo lo que pertenece a la nación y todo lo que no es el tercer estado no puede contemplarse como representante de la nación. ¿Qué es el tercer estado? Todo.”
ABATE SIEYÈS, ¿Qué es el tercer estado?, 1789

“… la libertad de pensamiento y de inclinación, la libertad absoluta de opiniones y de sentimientos sobre cualquier tema práctico, especulativo, científico, moral o teológico... la libertad de gustos y aficiones, la libertad de organizar nuestra vida según nuestro carácter, de hacer lo que nos dé la gana,… la libertad de asociación entre los individuos: la libertad de unirnos con cualquier objetivo… No hay ninguna sociedad libre, cualquiera que sea su forma de gobierno, si estas libertades no son respetadas; y tampoco será completamente libre si estas libertades no existen de una forma absoluta y sin reservas.”
Stuart Mill, J.: On liberty, Londres, 1859.

“Una nación es un alma, un principio espiritual. […] Una nación es una gran solidaridad creada por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y que se está dispuesto a hacer en el futuro. Supone un pasado; pero se retoma en el presente mediante un acto tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano, así como la existencia del individuo es una afirmación perpetua de la vida.”
E. RENAN, Qué es una nación, 1882

“Nosotros, descendientes de los sabios y nobles pueblos de la Hélade, nosotros que somos los contemporáneos de las esclarecidas y civilizadas naciones de Europa [...] no podemos seguir sufriendo sin cobardía y auto desprecio el yugo cruel del poder otomano que nos ha sometido desde hace más de cuatro siglos. Después de esta prolongada esclavitud, hemos decidido recurrir a las armas para vengarnos y vengar nuestra patria contra una terrible tiranía. La guerra contra los turcos no está destinada a la obtención de ventajas para una parte del pueblo griego; es una guerra nacional, una guerra sagrada cuyo objeto es reconquistar los derechos de la libertad individual, de la propiedad y del honor, derechos que los pueblos civilizados de Europa, nuestros vecinos, disfrutan hoy.”
Proclama de la Asamblea Nacional Griega, 27 de enero de 1822.

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